Los que negociaron los TLC con Estados Unidos y la Unión Europea, les tuvo que haber quedado doliendo la cabeza. Por culpa de estos acuerdos, en ocho años, se estancó la agricultura y la ganadería en Colombia, mientras que las importaciones de alimentos y materias primas siguen disparadas sin control, arruinando cada año a más agricultores y ganaderos del país.
Lo más preocupante de esta apertura comercial, es que no existe por parte del Ministerio de Industria y Comercio, una reglamentación que distribuya durante el año los contingentes de importación de alimentos y materias primas subsidiadas y sin aranceles que entran al país sin tener en cuenta los inventarios, el consumo y los calendarios de las cosechas.
Por ausencia de este mecanismo, este año por ejemplo, la viceministra Laura Valdivieso, permitió la importación de más de 47.000 toneladas de leche en polvo en pleno pico de producción, lo cual hizo que se cayeran los precios de la leche nacional afectando los ingresos de los pequeños y medianos ganaderos.
Lo mismo ocurrió con los productores de palma de aceite y azúcar. En lo corrido del año han entrado al país más de 160.000 toneladas de aceite y 178.000 de azúcar, castigando los ingresos de los productores de más de 800.000 hectáreas de estos dos importantes subsectores agrícolas de nuestra economía. Ni que hablar de la absurda y descontrolada importación de etanol subsidiado desde los Estados Unidos, que está acabando con la política de los biocombustibles en Colombia.
Otro de los sectores afectado por esta falta de control y planeación de la política de importación de alimentos, es el papero. La entrada este año de más 29.000 toneladas de papa congeladas desde Europa, tiene a los productores de Boyacá, Cundinamarca y Nariño al borde de la quiebra. El bulto de papa que vendían aproximadamente en $38.000 pesos cayó a $20.000, lo cual no les alcanza siquiera para cubrir los costos de producción. Ese margen se quedó en otras manos.
También están acabando con los cultivos de la cebolla roja ocañera. La descontrolada importación de 45.000 toneladas de cebolla desde Perú y Ecuador (más la que entra de contrabando), ha originado enormes pérdidas a más de 1.200 familias de los municipios que integran la región de Catatumbo y Provincia de Ocaña, ubicados en Norte de Santander. En menos de dos años, las áreas sembradas se disminuyeron a menos de mil hectáreas.
Y ahora van por la destrucción de los cultivadores de maíz blanco y amarillo. En el departamento de Córdoba, están a punto de perderse 20.000 toneladas de maíz blanco por la importación de más de 337.000 toneladas, previa a esa cosecha. Traer una tonelada de maíz desde los Estados Unidos a Montería, cuesta hoy alrededor de $ 1.144.945 y a los productores nuestros se la quieren comprar en $800.000. ¡No hay derecho! El negocio con las subastas de importación arroz, es peor.
En estas condiciones es muy difícil fomentar el crecimiento y la productividad de nuestro sector agropecuario. Y los platos rotos, como siempre, los termina pagando el ministerio de Agricultura con los impuestos de los colombianos.