Los partidos políticos son instituciones fundamentales para la democracia y sin ellos, no podemos tomar decisiones de manera organizada y responsable. Sin embargo, valga la redundancia, los partidos deben organizarse democráticamente en su interior para poder cumplir su rol. Esto significa que deben seleccionar a los candidatos de forma transparente y construir de manera participativa sus propuestas electorales. Sólo así se renuevan sus líderes y programas, y sólo así tienen algo que ofrecerles a los ciudadanos en el siglo XXI. Si los partidos no lo hacen, están condenados a desaparecer y a ser reemplazados por microempresas electorales personales que a la larga sólo promueven el populismo.
La situación en el Partido Liberal es crítica. Los dirigentes escogidos en el congreso liberal son los mismos de hace 30 años, viven de espaldas a la gente, continúan con las mismas prácticas anti democráticas y están dedicados únicamente a aceitar la maquinaria, no a representar a los ciudadanos. Ese Partido Liberal no me representa. No es el liberalismo que representa a la gran mayoría de colombianos. Me siento traicionado en la lucha que inició mi padre por renovar al Partido Liberal a través de un mecanismo tan elemental como la consulta popular de marzo.
La consulta popular nunca ha sido un tema mecánico. Es un instrumento que restaura la política, algo que en su momento le permitió a Luis Carlos Galán regresar al Partido Liberal después de casi 10 años de disidencia en el Nuevo Liberalismo. La condición para su regreso al partido fue que se llevara a cabo una verdadera consulta ciudadana para escoger el candidato a la Presidencia. Hoy, mirando hacia atrás, puedo decir que esa lucha, fue lo que le costó la vida. Cuando algunos de los miembros más corruptos que ha tenido el partido se dieron cuenta de que no lo podían detener políticamente, lo asesinaron para impedir que llegara a la Presidencia.
El Partido Liberal ha abandonado ese legado. Ha traicionado el legado de Luis Carlos Galán. ¡Yo no! Llevo 12 años luchando dentro del partido. No se pudo. Se negaron a cambiar. Y hoy, como ayer, las maquinarias siguen manejando el partido con un solo propósito absurdo: quieren ganar las elecciones, pero de nuevo pretenden hacerlo de espaldas al país. Al Nuevo Liberalismo y a su propósito de lograr una renovación política en Colombia no los vamos a dejar morir. A los hombres se les puede eliminar, pero a las ideas no