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Micro cronología de la devaluación del bolívar venezolano.

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jesús Iguarán Iguarán

Jesús Iguarán Iguarán

Columna: Opinión

e-mail: jaiisijuana@hotmail.com

 Venezuela entra al siglo XX con su moneda a la paridad del dólar y existía libre distribución y conversión de la divisa extranjera. Antes de finalizar la tercera década se vino la primera devaluación, durante el gobierno de Juan Vicente Gómez. Como consecuencia, el valor comercial se fijó a 3.19 bolívares por dólar, a pesar que en porcentaje se estimaba una devaluación potencial, la situación no tomó proporciones de crisis. 

 En 1941, en el gobierno del general Eleazar López Contreras, pierde cae y se establece en 3.35 bolívares por dólar, 16 céntimo de desvalorización pasaron por desapercibidas. En manos del general Marcos Pérez Jiménez (1953 -1957)  se mantuvo constante, sin embargo, en el segundo mandato de Rómulo Betancourt (1961) se establece el Primer Control de Cambio y la moneda se devalúa 4.3 bolívares por dólar, cifra que se caracterizó durante un periodo de gran bonanza económica, para la época Venezuela vendía cualquier cantidad de divisas a entidades bancarias.

El 18 de febrero de 1983, el “viernes negro” en el gobierno de Luis Herrera Campins se frena la estabilidad monetaria y se deja de vender divisas al ritmo que desde el año 1961 se venía realizando. Hoy la devaluación es incontrolable e infrenable, los constantes aumentos de precios y de los salarios no han podido lograr ni siquiera un ápice de progreso, ni un éxito temporal, por lo general, sólo adquieren consecutivos fracasos repentinos.

Desde que el régimen dictatorial “Socialismo del siglo XXI” tomó la responsabilidad del gobierno venezolano, la inflación cada día se hace más lesiva, y el gobierno no puede poner fin al crecimiento de este monstruo que día por día se torna apretando más y más nudo en torno a la garganta del pueblo venezolano.

El raquítico conocimiento de Maduro en el manejo estatal, sólo ha traído para nuestros hermanos venezolanos síntomas de constantes depresiones y una crónica persistente que los ha conducido que se acostumbren a lo inesperado y hasta podemos decir que ya se adiestraron a vivir frente al desastre, al desamparo y a la escasez. Muchos están viviendo gracias a terceros y a otras ayudas que provienen fuera de Venezuela. 

La escasez crónica de alimento en medio de una tempestad desbordante de la economía ha demostrado que el Socialismo del Siglo XXI se muestre impotente para adoptar fórmulas que puedan supera esta toxina y terrible situación que tiene al borde de la inopia a Venezuela.

Con una economía ya reconocida por el Banco Central de Venezuela (B.C.V) que alcanza acumular un envanecimiento de más 5.000% no se puede hablar de inflación, sino de hiperinflación, que se torna más agresiva para los controles administrativos del gobierno. No debe extrañarnos que el propio ciudadano venezolano adopte medidas para solventar su economía dando paso a una dolarización informal para corregir en parte el desequilibrio severo que enfrenta su medio de vida. 

Los desembolsos estatales que Maduro realiza para bien propio, tienen a sus compatriotas en el máximo estado de abatimiento económico, que al parecer acabó con el presente y tiene rigurosamente comprometido el futuro.