Hace cuatro años (abril de 2016) fui invitado por la FAO al Congreso de la Asociación Brasilera de Productores de Algodón -ABRAPA- celebrado en la ciudad de Foz do Iguazú en el Estado de Paraná, y me sorprendió muchísimo el avance tan rápido de este sector en ese país.
En 21 años de existencia, ese gremio logró posicionar a Brasil, entre los cinco mayores productores de algodón del mundo con más de 960.000 hectáUn ejemplo a seguir reas sembradas al año y el tercer exportador de fibra a nivel mundial con una producción superior a los 1.6 millones de toneladas anuales.
Se preguntarán ustedes ¿cómo lo lograron? Es que los dirigentes gremiales de allá, no andan pendientes de gestionar “Acuerdos” o “Convenios” de administración de dineros públicos con entidades vinculadas al ministerio de Agricultura, para ganarse una comisión.
Tampoco hacen lobby ante los gobiernos de turno para que les den asientos en las juntas directivas de dichas entidades. En Brasil, -como en el resto del mundo-, los gremios agrícolas se constituyen para representar, gestionar, defender y fomentar los intereses del sector agrario y su desarrollo como actividad económica viable.
Ellos, asumen el papel gremial con determinación y seriedad, acompañando al productor en toda la cadena. En Brasil, la asociación de algodoneros -ABRAPA-, por ejempo, representa el 99% del área plantada, el 99% de la producción de algodón fibra y el 100% de las exportaciones. Ellos, trabajan en alianza con las nueve asociaciones estatales que son el brazo de la entidad en los principales Estados productores.
En Mato Grosso, Minas de Gerais o Bahía, se cultiva a escala comercial con altos estándares de tecnología, se produce con total mecanización desde la siembra hasta la cosecha, se utiliza tecnología de procesamiento y almacenamiento de vanguardia y se adoptan estándares internacionales de clasificación e identificación, con más de 14 laboratorios y 62 máquinas de “High Volumen Instrument, HVI “, para el análisis de fibras. El gobierno Federal les apoya con políticas de créditos ágiles, infraestructura vial, biotecnología y apertura de mercados internacionales.
El 60% del algodón que se produce en Brasil, se exporta a China, Indonesia, Corea el Sur, Vietnam y Turquía entre otros. Mientras tanto en Colombia, en los últimos diez años, ha caído el área algodonera sembrada de 50.000 a 9.000 hectáreas aproximadamente, por ausencia de una política pública clara y comprometida con el fomento al sector algodonero.
A pesar de que el saliente ministro de Agricultura, Andrés Valencia, incluyó el algodón dentro de los 10 cultivos priorizados por el gobierno, no hizo absolutamente nada para incentivar el sector. La cosecha actual del interior del país (2.600 toneladas), está arrimada en unas bodegas por falta de comprador. Tiene pues, el ministro de Agricultura, Rodolfo Zea, un importante reto de ayudar a impulsar un nuevo sistema productivo para el sector algodonero con programas de inversión en sistemas de riego, mecanización, semillas, créditos, cobertura de riesgos y comercialización; tareas que se pueden ejecutar fácilmente a través de la Agencia de Desarrollo Rural, Agrosavia, Banco Agrario, Finagro, ICA, el viceministerio de Comercio Exterior y Pro Colombia. No tienen que inventar más Conpes, ahí está el ejemplo de Brasil.