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Represa del ranchería, una obra que muere antes de nacer

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jesús Iguarán Iguarán

Jesús Iguarán Iguarán

Columna: Opinión

e-mail: jaiisijuana@hotmail.com

Hace más de veinte años, con criterio de hiper cefálico creciente, el gobierno inició para La Guajira un proyecto multripropósito en busca de irrigar algo más de 18 mil hectáreas y proveer de agua 9 municipios del departamento, entre los que se incluía los municipios norteños.

Por considerarlo un recurso hídrico de vital importancia para el desarrollo del departamento y el gran motor para el progreso agrícola del sur de la península y para los guayús un grandioso milagro.

 Al parecer en aquel caudal de sabiduría creciente, aquella luz brillante, súbitamente se coló en ella un murciélago llamado corrupción, que azotó con sus cortas alas negras el foco luminoso de las nutridas inteligencias y la tiniebla llegó a oscurecer el peso de tan grandes responsabilidades. Hoy se alegan razones diferentes por el exceso de formulismo. lo cierto es que hemos sepultado más de 700 mil millones de pesos y de la mega obra nos ha quedado un monumento de 110 metros de altura, 650 metros de ancho, capaz de represar 198 millones de metros cúbicos cuya equivalencia podría compararse con 77.000 piscinas olímpicas, es  lamentable que aquel gigantesco caudal, ya casi no represa nada, e incluso la contraloría General de la República al verla en agonía, la catalogó como unas de las 1.176 proyectos críticos en el país y la consideró como elefante blanco.

 La guajira confronta una verdadera crisis en campos de suma importancia por la dolorosa escasez de agua, sin embargo, hay momentos en que los gobernantes de turno palpan nuestra inferioridad delante del problema que se deba resolver, desconociendo que todo lo que se haga por mejorar la situación, es plausible, patriótico y ante todo inaplazable. Es lamentable que esta Guajira que le ha dado a la nación (carbón, gas domiciliario, sal yodada) todo lo que tiene, todo lo que posee, a semejanza del alcatraz que alimenta sus polluelos con lo mejor de su sangre, esté hoy viviendo en intimo contacto con la escasez, el desamparo y en un medio tan distanciado del privilegio agresivo como de la omisión injustificada.

Es inadmisible que un megaproyecto de admirable prodigio se muestre para la comarca en alucinación, pues la falta del preciado líquido sigue royendo la integridad humana de la niñez que hoy se muestra ante la mirada global como chiquillos desnutridos y cuerpos raquíticos por falta de agua.  

  En los 20 años que lleva desde su inicio, ya muestra sus materiales en gran deterioro, la nación para amortiguar sus ruinas y darle buen mantenimiento, debe que inyectarle 44 millones de pesos por mes. Los trabajadores encargados de su cuido, esperan su jubilación y los guayús aún esperan que se produzca el gendioso milagro.