La designación de los ministros de Defensa, Guillermo Botero, y de Hacienda ,Alberto Carrasquilla, se han convertido en un verdadero dolor de cabeza para el presidente Iván Duque que cada semana tiene que apagar los incendios por declaraciones
ser enemigo del ex presidente Juan Manuel Santos y la bendición de la vicepresidenta Marta Lucia Ramírez, en cuanto a su experiencia en el campo militar ni siquiera presto el servicio y no sabe lo que es cargar un fusil, Botero puede saber de promociones de cucos o temas asociados al comercio y la canasta familiar, pero de defensa nacional, geopolítica, estrategia militar y liderazgo para motivar y dirigir una tropa no tiene idea, su principal falla es que es deslenguado y comete torpezas que arman un alboroto mediático y le dan munición a la opción para atacar al gobierno como decir que había que regular la protesta social al día siguiente de haberse posesionado y un mes después sin despeinarse, complementa diciendo que dicha protestas está financiada por grupos al margen de la ley,Botero es un ministro del pasado que está perdido en un gobierno de tecnócratas que quieren proyectar dinamismo y resultados inmediatos, no sabe cómo organizar sus ideas, sin hoja de ruta y menos en tiempos de posconflicto, tiene un desgaste altísimo y se nota lento y poco ajustado a la realidad política y militar del país, es más se está manejando peor que el saliente Luis Carlos Villegas, que ya es mucho decir.
En cuanto Alberto Carrasquilla la cosa es mucho peor, es muy amigo del presidente Duque, un neoliberal clásico, godo ortodoxo que ya pasó por el ministerio en tiempos de Uribe y demostró ser poco social, sobre todo en el tema del salario mínimo, de entrada salió con la perla de aplicarle IVA a la canasta familiar lo que causó un tsunami en la opinión, no tiene filtro a la hora de lanzar propuestas para aumentar impuestos y prepara una reforma tributaria regresiva y salvaje que impactara con mayor fuerza a la clase media y los sectores vulnerables, mientras se muestra como evasor apareciendo en los papeles de Panamá, pero lo más grave son las denuncias que hizo el columnista Daniel Coronel acerca de los bonos Carrasquilla que empobrecieron a 117 municipios y enriquecieron a su compañía y por lo tanto a él, y que lo tienen aportas de una moción de censura en el Congreso que se frota las manos por escuchar sus explicaciones, que hasta ahora han sido insuficientes, y todavía falta revelar algunas tramas de su compañía con la Fiduprevisora, Saludcoop, Cafesalud y Medimas.
El presidente Duque tiene la última palabra, si mantiene a este par de ministros que parecen mosca en leche en su gobierno, para dar un timonazo que recupere su buena imagen y mantengan la gobernabilidad que tanto necesita para adelantar las grandes reformas que exige el país.