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Jue, Nov

El voto persuasivo y eficaz

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jose Lafaurie Rivera

Jose Lafaurie Rivera

Columnista Invitado

e-mail: jflafaurie@yahoo.com

La política y las concepciones sobre el Estado son binarias: uno o cero; gobierno u oposición; democracia o comunismo; economía de mercado o estatización; dos visiones dominantes y opuestas, buscando triunfar en primera vuelta o consolidar alianzas en la segunda. Es la coexistencia entre el consenso mayoritario que sostiene a la democracia, y el disenso libre,  que Bobbio considera como condición para su ejercicio pleno. 

En una eventual segunda vuelta, en el escenario más probable, el país escogerá entre el candidato antisistema -Petro-, con banderas populistas para canalizar inconformismos con un peligroso discurso de lucha de clases que gana terreno entre la indefinición de algunos candidatos. Lo persiguen su alineación con el Socialismo Bolivariano y la dictadura de Maduro, y su desastroso historial como alcalde de Bogotá, lo más parecido al reto mayor de la presidencia. 

Iván Duque, por su parte, es el resultado de pasar, por la fuerza de las ideas, la cohesión de partido, la juventud y el valor de la esperanza, de un disenso minoritario como “enemigos de la paz”, a un consenso mayoritario logrado en las urnas del plebiscito, validado en la consulta interpartidista, y ratificado -así será- el 27 de mayo.

Duque rescata representa la democracia liberal: la recuperación de la legalidad, la seguridad como bien fundante, la libertad en todas sus expresiones, el emprendimiento que genera riqueza y la promoción de la equidad como función sustantiva del Estado.

Sin ocultar su vocación de izquierda, expresada en la alianza con un segmento del Polo -el de Clara López-, aparece el Partido Liberal, después de gastarse 40 mil millones para lanzar al candidato del “mejor acuerdo posible”, rechazado en las urnas y “conejeado” tras el plebiscito.

Vargas Lleras carga con sus inevitables inconsistencias, que lo llevaron a lanzarse por firmas sin renunciar a su maquinaria, como no renunció a la del partido de la U, condicionada a un mayor apoyo al Acuerdo. Es encomiable, sin embargo, la consistencia de su ejercicio programático.

El espectro se completa con la alianza de los verdes y otro segmento del Polo Democrático, en la que Fajardo y su intolerante fórmula vicepresidencial, pretenden adueñarse de la lucha contra la corrupción, una obviedad que le suma ambigüedad a sus desdibujadas propuestas.

La decisión no es tan obvia. Frente al escenario más probable, se palpa una minoritaria tendencia a votar en primera vuelta por otros candidatos y solo en segunda por Iván Duque. Juegan con candela. Cada uno de estos votos reduce la brecha entre Petro y Duque, y nos coloca frente al riesgo de terminar bajo un régimen matriculado en la aventura socialista. 

Aun así, no hay que votar por miedo; hay que votar por la esperanza. Es mejor el voto persuasivo y eficaz. Si va a votar por Duque, hágalo de una vez.