En este país de regiones, la Cámara de Representantes hace parte de un sistema parlamentario bicameral. Es la institución que, en forma directa, represente la voz de cada uno de los territorios, por el contrario, el Senado, (la otra Cámara), sin renunciar a la deliberación de asuntos regionales, tiene la misión de discutir sobre intereses nacionales. Esta división de poderes en el Congreso justifica la existencia de las dos instituciones.
La división de poderes del Parlamento en un Estado Constitucional de Derecho, encuentra justificación racional en los intereses que representan la Cámara y el Senado. En una democracia contemporánea, como lo es nuestra democracia constitucional, el bicameralismo es necesario porque existen intereses distintos entre la unión y las regiones.
Esta reflexión la hago para señalar el compromiso ineludible de la Cámara de Representantes con las regiones que eligen a cada uno de sus integrantes porque los departamentos históricamente forman parte de estos territorios. No obstante, pese a que nuestra carta política autorice la creación de la región como ente territorial, el país no se ha regionalizado porque el marco jurídico no existe.
Y no existe porque el centralismo político no lo ha permitido, lo ha saboteado. No ha dejado aprender en la práctica diaria que un proceso de descentralización política es el mejor camino para la paz, el crecimiento económico, la seguridad jurídica y la realización de los derechos humanos. Sin descentralización no hay democracia constitucional. En este contexto no se observa la diferencia entre Senado y Cámara.
El centralismo oscurece la visión de cómo consolidar la paz, el crecimiento económico y la lucha contra la corrupción. Por esta razón, se necesita con urgencia una Ley de Regiones que facilite el desarrollo de un proceso de regionalización. El Senado ya cumplió, aprobó el proyecto de ley. Falta el sí de la Cámara. En su sabiduría, lo hará, no lo dudo.
El Senado lo hizo con la convicción de que es el inicio del proceso de la descentralización política. El proyecto aprobado cuenta con el respaldo de todas las regiones del país integradas en la Federación Nacional de Departamentos (FND). De igual manera, la Cámara también le impartirá su aprobación. El compromiso de los partidos políticos con esta iniciativa, lo garantiza. Esto no nos preocupa.
Es una buena oportunidad para enriquecer el proceso de descentralización política mediante el perfeccionamiento del texto aprobado bajo el lente de una filosofía democrática, a fin de que la regionalización se fortalezca, y así evitar que el documento final de la Ley, no dificulte, en vez de facilitar, el nacimiento de las regiones como entes territoriales. Esta es mi humilde opinión.
El Senado dio el primer paso. La Cámara de Representantes tiene la palabra. La palabra todo lo crea. Dios creó al hombre en su palabra. La palabra del Parlamento es democracia y regionalización.
La Ley de Regiones tiene que ser la que anuncie el mundo de la regionalización en la nación. Tiene que iluminarnos para sacarnos de la caverna de la centralización política que tanto dolor y lágrimas ha producido. Esta norma tiene que liberar a los ciudadanos de los territorios del sufrido panorama que no les permite crear y administrar sus destinos. Tiene la Cámara la bella oportunidad de contribuir a la libertad de la ciudadanía regional. Todos, perfeccionemos la ley.