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Vie, Nov

IVA, el gran desestabilizante del empleo nacional

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jesús Iguarán Iguarán

Jesús Iguarán Iguarán

Columna: Opinión

e-mail: jaiisijuana@hotmail.com
En el año 1986 mientras ejercía como diputado en La Guajira, tuvimos una sesión informal en Manaure, (Guajira) con indígenas wuayú. Yo me encontraba como único wuayú entre los diputados presentes, razón por la cual el presidente de la Asamblea de asignó como traductor, tarea que acepté con heroica designación.

Invitados por el Concejo Municipal, para que atreves de la Corporación departamental le comunicáramos al gobierno nacional sobre los problemas de sequías que padecía la región rural de ese municipio. La mayoría de los indígenas que tomaron la palabra se enfocaron en que sólo ejercían la actividad de pastor, que por falta de agua los animales desvanecían. Entre los presentes un indígena de unos 55 años, pidió la palabra y se salió del tema de las sequías y del pastoreo, anunció que la escasez de trabajo era lo que realmente se hacía más necesaria, notificó: “el trabajo es la paz”,- luego continuó - “si todos trabajaríamos, no nos quedaría tiempo para hacer otra cosa, para lograr la paz es vital el trabajo”, agregó que en los años cincuenta el dólar tenía el mismo valor del peso colombiano y no existía el IVA y el porcentaje de desempleo a duras penas llegaba a la unidad, lo que significa que aún guardábamos “síntomas de prosperidad”, porque todavía se considera países prósperos quienes conservan el 3% de desempleo y de analfabetismo – nuevamente insistió que el trabajo es la paz
Como traductor quise expresarlo con el mismo sentimiento que lo expuso el nativo en su lengua, pero creo que al traducirlo no fui tan susceptible, ni tan preciso, sin embargo, más de dos colegas se acercaron a felicitar al aborigen.

El IVA fue implantado en Colombia por gobierno de Guillermo León Valencia, sólo se instauró como Impuesto al Valor Agregado, el cual debería generar como impuesto el 3% del lucro que concibieran las ganancias.

Nació como tributo monofásico a las actividades de manufactura e importación, veinte años después hicieron que llegara a los minoristas y al consumidor, con un incremento del 10%. El presidente Belisario Betancourt alegó que el país pasaba por una fuerte crisis económica que forzosamente debería acudir a un alto gravamen para solventarlo. El pueblo comprendió que todo lo que se haga en pos de mejorar la situación del país es plausible, patriótico e inaplazable.

En la administración del presidente Cesar Gaviria se extendió a otros servicios, como a hoteles y restaurantes y llegara al 12%. El IVA pasa ser impuesto plurifásico y se acrecienta al 14% antes que Gaviria entregara el poder, paralelo a esa adición, se incrementó el desempleo, que hacía años no guardaba “síntomas de prosperidad”
Ernesto Samper, deja el IVA al 16% hasta diciembre del 2016 cuando el presidente Santos, por buscar la paz con los que nunca la añoraron, implantó en la Reforma Tributaria el 19%. Impuesto que generó una ola de descontento y una herencia de desempleo infrenable que condujo a la proliferación de una inseguridad irresistible y elevó al desempleo a dos dígitos.

Otro de los factores que marca el aumento de la tasa de desempleo es el alto grado de corrupción que genera un mal uso del poder para así conseguir beneficios propios, lo que acarrea como consecuencia que existan delitos como robos financieros importantes que bien podrían destinarse a la generación de empleos, sin embargo, se utiliza como “honorarios del funcionario”.

El país debe implantar normas severas, crear estatutos rígidos e inflexibles a las entidades fiscalizadoras del Estado, condenarlos si desconocen la lealtad en sus compromisos, instituir disciplina que realmente es una vital necesidad en toda agrupación humana. Por qué vacilar en implantarla. El progreso es obra de los inconformes dentro del método científico y la disciplina en marcha, pero no ha sido ni será jamás fruto de la ligereza, del desorden y la corrupción. Fomentemos el trabajo porque no se debe desconocer la malicia indígena, “El trabajo es la paz”, sin embargo, dejemos que el porvenir nos demuestre quién estuvo en lo cierto.