Los economistas que aseguraban que este gobierno era eficaz en el manejo de la economía y que ponderaban “la paz” como incentivo para el crecimiento económico; ahora se quejan de la crisis. Y como son campeones en desviar responsabilidades, salen a llamar populistas a quienes veníamos señalando los errores que permitían prever que íbamos a terminar en esto.
Populistas, nos dicen, por anunciar que bajáremos los impuestos. ¡Cómo si generar las condiciones para el resurgimiento del sector productivo colombiano fuera una quimera!
Preguntó, ¿cómo podrán recomponer la caída de la industria sino bajan los impuestos? Hay sectores que pagan más de 70%. Claro que solo bajar los impuestos no solventa el problema. Se requiere estabilidad en las normas para que el mensaje sea creíble. Necesitamos eliminar trámites, y generar los canales para que nuestros productos puedan traspasar las fronteras.
Dicen nuestros sabelotodo que con semejante crisis fiscal bajar impuestos es imposible. Terminaremos el año con un déficit fiscal del 4%. Sin embargo, parece que no les preocupa el mediano plazo, cuando el sector productivo agobiado y asfixiado, se termine de desmoronar. Si el sector privado sigue decayendo no habrá quien pague impuestos, y podrán subir más y más las tasas y el recaudo seguirá bajando. Para que haya quien pague impuestos es necesario el dinamismo privado.
El Estado tiene que ser un aliado del sector productivo. No hay mejor política social para los colombianos que el acceso a empleos, o que sus negocios marchen bien. Solo un sector privado dinámico es capaz de hacer crecer nuestra economía y por lo tanto superar la pobreza. Solo se recaudarán suficientes impuestos cuando hay quien los pague. Impuestos razonables deben ser un incentivo para la formalización y el argumento definitivo en la lucha contra la evasión y la elusión. Impuestos razonables y bien pensados pueden permitir la ampliación del número de colombianos que declaran renta. Son el camino para consolidar un sistema tributario que involucre más colombianos. La lucha contra todas las formas de informalidad pasa por un sistema simple, flexible y razonable.
Con los impuestos Colombia tiene que avanzar para saldar el déficit de bienes públicos. Tenemos que completar nuestra infraestructura, mejorar la calidad de la educación y la salud... tener programas sociales que ayuden a quienes están en la posición más vulnerable de nuestra comunidad puedan incorporarse en el sistema productivo, como trabajadores o microempresarios. Lo importante es mejorar el ingreso de los colombianos. Abogar para que la seguridad esté garantizada y sea la plataforma para todo lo demás.
Apoyar el sector privado como fuente de empleo y riqueza requiere la alianza del Estado, los empresarios, la academia y la ciudadanía. Solo la coordinación de los esfuerzos nos permitirá seleccionar y jalonar unos sectores de talla mundial. Debemos crear los fondos de capital privado que financian la innovación, regular el oligopolio de los bancos para que haya crédito, investigar sobre la productividad y transformación de los sectores en los que somos competitivos. Cualificar nuestros ciudadanos de acuerdo con esas necesidades para que haya sincronización entre la oferta y la demanda de trabajo. Sacar a Colombia adelante requiere tomar riesgos, y sobretodo creer que somos capaces de hacerlo.