Ya no hay dudas: Óscar Iván Zuluaga es el presidente legítimo de Colombia, y al no serlo en la práctica, la historia de nuestra democracia cargará con esa vergonzosa mancha. En la primera vuelta de 2014 le sacó ¡458.156 votos! a Juan Manuel Santos. ¿Qué pasó entonces? De la manga salió la carta marcada del hacker para restarle votos a su competidor, y por si acaso, sus grandes electores, hoy todos en la cárcel, pondrían los que hicieran falta con la platica de la corrupción.
Así logró Santos asumir un segundo mandato, para luego cerrar la puerta con llave y prohibir la reelección, una figura con la que no estaba de acuerdo, siempre y cuando no fuera la suya.
Cuatro años después, Óscar Iván, exento de toda culpa, inicia su campaña para llegar a la Presidencia que le fue esquilmada, pero salta otra vez la liebre de las acusaciones espurias, en medio del megaescándalo de Odebrecht, que salpica –y de qué manera–, a las campañas de Santos de 2010 y 2014.
El señor Martorelli, cabeza de un enorme entramado criminal, salió a decir que le habían pagado directamente a otro señor de “dudosa” conducta –Duda Mendonca– 1,6 millones de dólares para la campaña de OIZ, solo que ni la campaña ni Óscar Iván, conscientes solo de los pagos legales que hicieron a Duda por 2.859 millones de pesos, nunca supieron del pago extra ni recibieron sus beneficios. De hecho, ni la justicia brasileña ni la colombiana lograron probar la existencia y destino de tal pago.
Óscar Iván, en un acto de gallardía que hoy es extraño en el lodazal en que, con honrosas excepciones, se está convirtiendo el quehacer político, se hizo a un lado para enfrentar las acusaciones, no solo buscando no afectar a su partido, sino por respeto a los 7 millones de colombianos que le entregaron su confianza en 2014.
La Fiscalía dio traslado de la investigación al Consejo Nacional Electoral, que la asumió a comienzos de 2017 con la información de la misma Fiscalía, de la Procuraduría y con su propia gestión investigadora, para concluir que se “logró determinar la inexistencia de plena prueba que permita inferir el ingreso de aportes a la campaña del señor Oscar Iván Zuluaga por parte de la Multinacional Odebrecht”. Concluyente.
¿Qué nos queda? Primero, una lección: No todo está perdido, todavía quedan políticos dignos en Colombia. Todavía es posible cambiar con el ejemplo las costumbres políticas del país.
Segundo: Una convocatoria y una invitación. Convoco a los colombianos a resarcir el atropello contra OIZ en 2014, acompañando su candidatura para 2018. Invito a Óscar Iván a reasumir su campaña presidencial. El emotivo y espontáneo acto de cientos de sus seguidores cuando se conoció el fallo, es el reflejo de la confianza que un pueblo puede depositar en quien realmente la merece: Óscar Iván Zuluaga, un hombre confiable.