Siempre que debo referirme a la corrección en el lenguaje destaco la importancia de leer textos bien escritos. La ortografía, por ejemplo, entra por los ojos, aunque necesita como auxiliares la memoria y la práctica constante de los otros componentes de la gramática. Esos elementos se encuentran en textos como la revista Selecciones, publicación a la cual dedico hoy algunos recuerdos personales.
Mi primer contacto con esta revista ocurrió cuando apenas tenía siete años. Mi hermana mayor debía viajar a los Estados Unidos y, para no desprenderse de sus ejemplares de Selecciones me los entregó debidamente ordenados. Me dediqué a leer cada edición en estricto orden cronológico hasta llegar a la última. Después fui adquiriendo la de cada mes y sin darme cuenta caí en el ‘vicio’ de la lectura hasta convertirme en lo que podríamos llamar “lector compulsivo”.
El nombre de la revista es fiel al propósito de sus editores, pues los temas que uno encuentra en sus páginas son seleccionados para que los lectores, poco a poco, leyendo un artículo diariamente, agoten el material en un mes. Cuando eso ocurre, ya está a disposición del lector el número siguiente. La revista Selecciones trae tópicos variados, escritos con redacción y ortografía impecables. Su contenido puede servir para enseñar a leer y a escribir. Por mi parte, aprendí a leer en las páginas de esta revista. Además, los conocimientos rudimentarios que logré adquirir sobre temas diversos tienen su germen en esas primeras lecturas y en la inquietud por indagar más allá de lo que ofrece una publicación periódica.
De Selecciones recuerdo algunas secciones que no podíamos “dejar para después”. Lo primero era buscar “La risa, remedio infalible”. Después de esa terapia el ánimo quedaba dispuesto para continuar con temas serios y de verdadera importancia. Pero, antes, la curiosidad nos lanzaba a secciones más o menos afines, como “Gajes del oficio”, “Así es la vida” y “Comedia estudiantil”. Después sí, teníamos todo el tiempo disponible para acometer la lectura de los artículos de fondo, si éramos capaces de saltarnos “Citas citables”, “Temas de reflexión” y “Mi personaje inolvidable”. Entre mis recuerdos está “Enriquezca su vocabulario”, que por muchos años estuvo a cargo de un lingüista chileno. Las respuestas acertadas siempre estaban ilustradas con su correcto uso dentro de frases de grandes autores. “Noticias del mundo de la medicina” era una sección que informaba sobre los últimos avances en el campo de la salud y los descubrimientos recientes de la ciencia médica. Todo esto había que leerlo primero para abordar sin presiones el ‘plato fuerte’ de la revista: “Sección de libros”, que presentaba en forma resumida el texto de una obra literaria de algún renombre.
Una vez leí que en Rusia, para enseñar la lengua española en algunos colegios utilizaban como modelo la novela María. Solo la pulcritud y la corrección en el manejo de nuestra lengua, por parte de Jorge Isaacs, pudieron permitir tan alta distinción a esta obra colombiana. Me atrevería a decir que publicaciones tan cuidadas en su redacción como Selecciones bien podrían tenerse en cuenta para fomentar la lectura en jóvenes de nuestras escuelas, con la seguridad de que la adicción que se adquiera a esa edad no solo perdurará en el futuro ciudadano sino que creará en él un interés por la búsqueda de conocimientos universales. Selecciones fue fundada en 1922 por los esposos DeWitt y Lila Wallace. Se editó en más de 35 idiomas con tirada superior a 30 millones de ejemplares cada mes. En 1940 apareció la primera edición en español. Aunque en el 2009 se acogió a la ley de quiebra, siempre le manifestaré mis agradecimientos.