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Centenario de Violeta Parra

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Opinión

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es

Contradicciones hay que nos dejan perplejos: Violeta Parra, poeta chilena de reconocimiento en la literatura española, cantadora a la vida en su máxima expresión, escogió el suicidio como forma de finalizar su existencia.
Nació el 4 de octubre de 1917 en San Carlos, provincia de Ñube, en el sur de Chile. Su padre, Nicanor Parra, era profesor de música; su madre, Clarisa Sandoval, campesina aficionada al canto. Su padre enseñó a cantar a todos sus hijos (nueve con Clarisa). Violeta acompañaba a su padre en el canto. A los doce años compuso sus primeras canciones. Gran parte de su trabajo musical lo realizó con sus dos hijos: Isabel y Ángel. En 1952 se casó con Luis Cereceda y en 1954 contrajo matrimonio con Luis Arce.

     Hermano de Violeta fue Nicanor Segundo Parra, quien nació en 1914. Su renombre en la literatura chilena es indiscutible. En 1977 publicó ‘Sermones y prédicas del Cristo de Elqui’, sobre un visionario que predicaba por las minas en el norte de Chile. En 1969 recibió el Premio Nacional de Literatura en Chile. En 1991 fue distinguido con el Premio Internacional Juan Rulfo y en el 2001 ganó el Premio Cervantes. Suele mencionarse su nombre al lado de dos grandes poetas chilenos: Pablo Neruda y Gabriela Mistral.

     Pero hablando solo de Violeta Parra, digamos que animada por su hermano Nicanor recorrió zonas rurales en función investigativa sobre el folclor chileno. Así descubrió la poesía y el canto campesino de diferentes regiones de su país y se convirtió en recuperadora de la cultura popular. Violeta Parra  es autora de canciones, décimas y música instrumental. Además de poeta y folclorista fue pintora, escultora y ceramista. En 1954 recorrió la Unión Soviética y Europa. En Francia grabó cantos folclóricos originales. Santiago de Chile le abrió las puertas para exponer sus óleos en la Feria de Artes Plásticas al aire libre. Realizó una gira con sus hijos, invitada al Festival de Juventudes en Finlandia. Estuvo en Alemania, Italia y Francia. Permaneció tres años en París, donde participó en programas de radio y televisión, recitales en la Unesco y exposiciones de su obra plástica.

     Violeta Parra es una de las artistas más relevantes de América Latina. Su composición ‘Gracias a la vida’, en versos de doce sílabas, ha sido traducida y cantada en muchos idiomas. La última estrofa de este poema-canción dice: “Gracias a la vida, que me ha dado tanto. / Me ha dado la risa y me ha dado el llanto. / Así yo distingo dicha de quebranto, / los dos materiales que forman mi canto, / y el canto de ustedes, que es el mismo canto / y el canto de todos, que es mi propio canto”. Otras canciones suyas son: ‘Casamiento de negros’ (1955), ‘Yo canto la diferencia’ (1961) y ‘Una chilena en París’ (1965). En Francia grabó su primer disco con el sello discográfico Le Chant du Monde. En 1964 expuso su obra plástica en el Museo de Louvre. Su legado artístico trasciende las fronteras de Latinoamérica.

     El gran amor de su vida, el antropólogo y musicólogo Gilbert Favre, le inspiró amor y desamor. En esos años la cantautora compuso ‘Corazón maldito’, ‘El gavilán, gavilán’ y ‘Qué he sacado con quererte’. Tal vez esas decepciones influyeron en el ánimo de la cantautora.  Había manifestado a un periodista: “Me falta algo; no sé qué es. Lo busco y no lo encuentro. Seguramente no lo hallaré jamás”. El 5 de febrero de 1967, en Santiago, Violeta Parra, quien había agradecido abiertamente a la vida, se disparó un tiro en la sien.