Septiembre sigue siendo trágico. El 19 de este mes el huracán María causó estragos en México, desastre que se suma a la devastación provocada por Harvey, Irma y José en las islas de las Antillas, el Caribe y territorios del sur de los Estados Unidos pocos días antes. En las últimas Acotaciones, al referirnos al estigma que acompaña a septiembre, mencionamos tangencialmente la muerte de Pablo Neruda y señalamos ese hecho como consecuencia de la dictadura de Augusto Pinochet en Chile.
Hoy, víspera de un aniversario más del fallecimiento del Gran poeta, volvemos sobre el tema pero circunscrito a su actividad literaria.
La poesía de Pablo Neruda –cuyo verdadero nombre era Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, nacido en Parral, Chile, el 12 de julio de 1904– está comprometida con el destino de América. Sus primeras obras recogen un sentimentalismo personal, reflejo de sus años juveniles. Pero cuando comienza su período de madurez y su militancia política, en el partido comunista, Neruda comprende el valor que tiene la palabra como instrumento de persuasión. Pablo Neruda residía en Isla Negra. Recordemos hoy al autor de obras y poemas tan conocidos como ‘Veinte poemas de amor y una canción desesperada’, ‘Crepusculario’, ‘Tentativa del hombre infinito’, ‘Residencia en la tierra’, ‘El hondero entusiasta’, ‘España en el corazón’, ‘Canto general’, ‘Alturas de Machu Picchu’, ‘Que despierte el leñador’, ‘Los versos del capitán’, ‘Odas elementales’, ‘Cien sonetos de amor’, ‘Navegaciones y regresos’, ‘Canción de gesta’, ‘Cantos ceremoniales’, ‘Memorial de Isla Negra’, ‘La barcarola’, ‘Las piedras del cielo’ y ‘Confieso que he vivido’, entre otras.
Decía el vate chileno: “Si me preguntan qué es mi poesía debo decirles: no sé; pero si le preguntan a mi poesía, ella les dirá quién soy yo”. No se equivocaba el poeta, porque sobre sus poemas está volcada su recia personalidad. ¿Cómo y cuándo nació su vocación poética? Neruda responde: “Muy atrás en mi infancia y habiendo apenas aprendido a escribir, sentí una vez una intensa emoción y tracé unas cuantas palabras semirrimadas, pero extrañas a mí, diferentes del lenguaje diario. Las puse en limpio en un papel, preso de una ansiedad profunda, de un sentimiento hasta entonces desconocido, especie de angustia y de tristeza. Era un poema dedicado a mi madre, a mi angelical madrastra”.
Surge la pregunta: ¿El mayor poeta de América no es Rubén Darío? ¿O acaso Jorge Luis Borges? La duda puede existir, pero habría que señalar a Darío como creador del Modernismo literario, al fusionar con éxito el Simbolismo y el Parnasianismo en la poesía. Por eso asombró a Europa y se adelantó a sus contemporáneos del mismo oficio; es justa la gloria que se le asigna. Por su parte, Borges es una cumbre literaria. Sus contactos con diversas culturas lo convirtieron en una verdadera enciclopedia del conocimiento universal. Nunca escatimó esfuerzo para llegar al fondo de la esencia criolla de su país. Pero… poeta-poeta, con el humanismo a cuestas: Pablo Neruda. García Márquez lo llamó “el más grande del siglo XX en cualquier idioma”.
Cerremos esta columna con algunas frases de Neruda: “Queda prohibido no sonreír a los problemas, no luchar por lo que quieres, abandonarlo todo por miedo, no convertir en realidad tus sueños”. “La curiosidad no mató al gato; el gato se suicidó al ver la realidad”. “Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo”. “Algún día, en cualquier parte, en cualquier lugar, indefectiblemente te encontrarás a ti mismo; y esa, solo esa puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas”. Pablo Neruda recibió en 1971 el Premio Nobel de Literatura.