El año pasado, la derecha radical puso al planeta en vilo. El Brexit en el Reino Unido y el arribo de Trump a la presidencia de los Estados Unidos estuvieron signados por la escasa participación electoral de los jóvenes. En ambos casos, la población de mayor edad (principalmente conservadora, alejada de las grandes urbes, con pobre conocimiento de la política, y nivel educativo bastante menor al de su contraparte citadina) fue manipulada por los políticos perversos con mentiras y provocaciones en busca de un pronunciamiento favorable en los comicios. Y, efectivamente, lo lograron. Poco importó al electorado que Nigel Farage, poderoso en las áreas rurales de Inglaterra y Gales, reconociera la pérfida estrategia y debiera dimitir del UKIP, su partido. Menos aún interesó que el aventurero Trump irrumpiera aupado por los “red neck” a un mundo desconocido con la dialéctica del odio a todo lo foráneo, con la muy probable interferencia de Rusia en su favor, haciéndoles creer a sus electores en el resurgimiento de una nación antediluviana, rompiendo después las reglas de la democracia y desconociendo la necesaria diplomacia impulsada por Obama. Basta mirar sus giras internacionales, su impopularidad y sus equivocadas decisiones.
La abstención juvenil está marcada en buena parte por el asco y el sentimiento negativo hacia la realpolitik, determinismo político cuyo fin último es el gobierno en causa propia buscando el lucro personal a costas del erario, conculcando de paso los derechos ciudadanos; todos los partidos, dicen. Y mucha razón tienen.... Cuando en el Reino Unido triunfó el Brexit, muchos jóvenes se congregaron de inmediato para pedir nuevas elecciones. La negativa era previsible, pero la llama de la motivación no se apagó. Los laboristas británicos representan al joven urbano de las clases media y trabajadora, con intereses muy distintos a los de su contraparte “tory”, conservadora. Para estos muchachos citadinos (muchos no votaron previamente), las esperadas consecuencias negativas de un Reino Unido cercenado de la Unión Europea les llevó a derrotar a la primera ministra Theresa May en las recientes elecciones, debilitándola políticamente. Recordemos que la caída de algunos mandatarios del mundo árabe hace algún tiempo fue motivada principalmente por las protestas de los jóvenes, convocados mediante las redes sociales, en la llamada “primavera árabe”. Los jóvenes han atajado también a Le Pen en Francia y a otros bárbaros politiqueros europeos.
Es claro entonces el potencial político de la juventud, bastante desaprovechado actualmente. Los vendedores de miedo, odio y humo lo saben perfectamente. Por ello basan su propaganda política en las redes sociales, dominadas por la juventud. Y.. ¡qué clase de propaganda!, señores. Saben que el desinterés y la falta de educación filosófica y política de nuestros muchachos es la brecha por donde los sinvergüenzas cuelan sus maléficos propósitos. No vayamos muy lejos. En Colombia, en el reciente referéndum, ganaron los opositores al proceso de paz con las Farc. Acá tampoco valió que el jefe de esa campaña reconociera públicamente que su estrategia fue la mentira y la provocación para que la gente “votara emberracada”. Saben ellos que esas tácticas funcionan y no tienen sanción política ni social.
Por estos días, circula en las redes sociales el video de un chiquillo mexicano, Ángel Jacinto Noh Tun, extraordinario orador con un sorprendente conocimiento de la política. Diagnostica diáfanamente la realidad latinoamericana y hace propuestas para salir de la corrupción infame que, ávida y codiciosa, corroe los erarios; ejemplar pieza de oratoria política merecidamente ovacionada. Caso parecido es el de la niña veracruzana Natalia López, hija de vendedores callejeros de origen nahuatl, enfocada en el análisis de la pérdida de valores de la sociedad mexicana; y propone también soluciones sencillas y efectivas. Por todas partes hay muchachos honestos y comprometidos, esperanza de cambio hacia una sociedad en paz, tolerante, respetuosa, incluyente y progresista, que desafíe la indiferencia electoral de la juventud.
Motivar a los muchachos es obligación de cada ciudadano demócrata interesado en una sociedad justa y equitativa. Los políticos deshonestos jamás apartarán de su prioridad los intereses personales. Basta de gente “emberracada”, odios, intolerancia, irrespeto e indiferencia por el destino del país, cooptado por la corrupción durante toda su vida republicana.
Muchachos, si ustedes votan lograrán la sociedad que quieren y merecen. Ilústrense, comprométanse y derrotemos a los políticos tradicionales, cambiándolos por gente honesta y comprometida como ustedes.