Apenas inicia el escándalo Odebrech, un torbellino de corrupción de los tantos que se presentan a diario y ya tiene a los responsables sacándose los trapitos al sol; tras las rejas, del gobierno Uribe, está el vice ministro Gabriel García Morales, como “cosa rara”, al igual que Miguel Nule se puso mal de salud con la noticia.
Si seguimos con la lista no terminamos, desde Soto Prieto en los 80, pasando por Chambacú y los Nule, entre otros, son tantos que no alcanzaría el espacio para nombrarlos. Se corrobora, una vez más, que la corrupción en Colombia es un monstruo de mil cabezas que tiene al país postrado en el subdesarrollo, con una clase política amañada con contratistas, en busca de beneficios mutuos a costa de los recursos públicos, aportados por los colombianos del común, con una asfixiante cascada de impuestos; el hueco causado por la corrupción es de 25 billones, un valor superior a la reforma tributaria.
Pero lo más grave es que no tiene control, porque la cultura del 20%, 40% y hasta el 60% de comisión, es pandemia. Sucede en todas las esferas del Estado, en las alcaldías y gobernaciones, concejos y asambleas, aunque no sean generadores del gasto; también en los institutos descentralizados y en el Congreso, con los famosos cupos indicativos; es una cadena que nunca se rompe. No me gusta generalizar, pero si me preguntan por un porcentaje, me atrevería a decir que más del 80% del país político está consumido por la trampa y el chanchullo, que se traducen en un desgreño administrativo, pobreza y atraso, unos buenos ejemplos son: en Córdoba, el cartel de la hemofilia y en el Tolima, las obras de los Juegos Nacionales.
Todo pasa porque no hay justicia que es el mal mayor, los fallos en las altas Cortes tienen precio, los procuradores casados con los bandidos para absolverlos, la Contraloría no se ve, son muy escasos los jueces y fiscales que actúan ajustados al derecho y con honradez.
Entonces, como no hay justicia, cualquiera se cree con autoridad de robar, solo por citar un caso, esta semana otro ladrón de cuello blanco, Víctor Maldonado, cerebro del descalabro de Interbolsa, fue dejado en libertad por vencimiento de términos y ahora vienen los alegatos de los tinterillos, pianito, pianito, salió del lío a disfrutar lo robado; pasó con Saludcoop y Caprecom, también con el Túnel de la línea y Cormagdalena, el proyecto que volvería navegable el río, ahora es la Ruta del Sol y más adelante será el nuevo puente Pumarejo y así, seguirá pasando; por delitos menores, como robar una caja de chocolatinas, sí se paga cárcel. Mientras la justicia sea para los más pendejos, todo seguirá igual y lo que muchos anhelan, con los pasos a la igualdad que traerá la famosa paz, solo será una quimera que se quemará en las llamas del infierno de la corrupción que se apoderó de Colombia.