En un ambiente de altísima abstención electoral el No triunfó en el plebiscito. Ha triunfado por estrecha diferencia, pero lo hizo. Es un fenómeno político de nuestra realidad política el hecho de que el acuerdo final para la terminación de la guerra no se haya aprobado, pero no puede dejarse de lado que casi la mitad del electorado dijo sí y lo consideró justo, como lo considera la comunidad internacional.
¿Qué expresa esta realidad política? El mundo de la política no es ni blanco ni negro, es de matices y de distintas valoraciones. ¿Qué quiso decir el electorado? La realidad política indica que una parte de la población avala el acuerdo final de la guerra y otra parte no. Es lo que está en la esfera de la apariencia que sabemos es una parte de la esencia de sus manifestaciones, pero no es la esencia en su totalidad, lo dijo Hegel.
Hans-George Gadamer enseña en “El giro hermenéutico” en el subtítulo: Romanticismo temprano, hermenéutica y deconstructivismo que: “El arte de la hermenéutica no consiste en aferrarse a lo que alguien ha dicho sino en captar aquello que en realidad ha querido decir”.
Lo trascendente hoy frente al resultado electoral es, no aferrarnos a lo que el electorado dijo, sino en captar lo que el electorado ha querido decir. Esta es la tarea del momento, cosa no sencilla de percibir.
Lo que se puede captar es que nadie ha votado por la continuación de la violencia mediante la guerra, como tampoco nadie ha osado pronunciarse a favor de una salida distinta a las negociaciones directas entre las partes. En la deliberación que precedió el plebiscito, ninguna fuerza política se ha pronunciado a favor de la continuación de la guerra ni en contra de las negociaciones como medio para superar el conflicto armado internacional que sufrimos. Es unánime el apoyo a las negociaciones.
En una interpretación sana del resultado electoral, lo que ha quedado nítido es que existe consenso mayoritario a favor de la reconciliación y la paz. Hay diferencias en cuanto al contenido del texto del acuerdo final, pero casi la mitad lo aprobó.
Hasta el papa Francisco ve con simpatía el texto del acuerdo del fin del conflicto, de la reconciliación y la paz que se pactó. Lo procedente, en este caso, no es renunciar a todo lo acordado, sino concretar un gran consenso político por la reconciliación y la paz. Se va por buen camino y debe tomarse este resultado electoral con optimismo. Es una excelente oportunidad para reflexionar acerca del texto del acuerdo y fortalecerlo con la participación de otras fuerzas políticas.
¿Qué será materia de reflexión? El cómo lograr la reconciliación y la paz mediante la negociación política es la respuesta. Sin embargo, se tiene que partir, necesariamente, del acuerdo final del conflicto, no puede ser de otra manera. El acuerdo del fin del conflicto fue suscrito por el presidente Santos como jefe de Estado y representa toda la Nación, por autoridad de la Constitución Política. Esto no puede olvidarse en la actualidad.
Un gran consenso nacional de partidos y movimientos políticos está al orden del día. Y se necesita que ese gran consenso parta de la negociación en marcha y que involucre las instituciones de nuestra democracia. Todo esto tiene que ser llevado al parlamento y controlado por la justicia, para que revise todo lo acordado. Nuestra democracia rechaza la tiranía de la mayoría y en un Estado de Derecho, el parlamento es el escenario natural de la democracia. No puede ser de otra forma. Vía al Gran Acuerdo por la Reconciliación y la Paz.