Finalmente, y ante la Comunidad Internacional, se suscribió el acuerdo político entre las Farc y el Estado de la República de Colombia, en el cual se declara que los guerrilleros se obligan a desmovilizarse como grupo armado ilegal y aceptan las reglas y valores de la democracia y del Estado Social y Democrático de Derecho.
La Comunidad Internacional respaldó y sigue respaldando con su presencia el acuerdo logrado como el medio político correcto para la superación del degradado y prolongado conflicto armado. Este aval es la confirmación de que el acuerdo es el camino para una paz duradera y el fortalecimiento de las instituciones y la democratización de la vida civil y política de la nación.
Y, no solo debe avalarse nacionalmente el acuerdo sino que el acuerdo logrado debe contar con el mayoritario respaldo de la ciudadanía colombiana que, en forma masiva, vote a favor de la solución política y negociada del conflicto armado. El sí, votado en forma masiva legitimará el acuerdo, además, el sí tendrá el efecto saludable para que finalmente el ELN se convenza de la necesidad de negociar la salida del conflicto armado y reintegrarse a la vida civil. El doble efecto del sí.
Por otra parte, la sociedad se compromete, mediante la política, a la realización de las transformaciones y como si fuera poco, el sí nos liberará de la pesada carga de no ser capaces de lograr la reconciliación y al fin concretar un proyecto de nación que tanta falta nos hace. El sí es el camino de la reconciliación. El sí no es la reconciliación, pero sin el sí no es posible la reconciliación. Reconciliarnos no significa que sea obligatorio el perdón, ni que tenga que perdonarse lo que no se pueda perdonar. Reconciliación no puede ser entendido como impunidad, por el contrario, la reconciliación es un medio a la justicia.
En La condición humana, Hannah Arendt, dice: “La libertad contenida en la doctrina de Jesús sobre el perdón es liberarse de la venganza que incluye tanto al agente como al paciente en el inexorable automatismo del proceso de la acción, que por sí mismo nunca necesita finalizar”. Necesitamos liberarnos del proceso de la acción de la guerra y el perdón a lo perdonable, facilita la destrucción de la venganza y la continuación de la guerra. Lo no perdonable, no se puede perdonar, lo dice el propio acuerdo.
Insisto, lo más importante del sí es que al final de una larga noche de la tragedia de las guerras entre hermanos, el camino a la reconciliación entre todos los colombianos se abrirá paso. Sin la realidad de la reconciliación entre los miembros de una sociedad, no es posible la construcción de un proyecto de nación y la consolidación de la democracia. La democracia y el Estado Social y Democrático de Derecho son obras de la razón política en un proyecto de reconciliación nacional. Lo enseña la experiencia.
El 2 de octubre el voto por el sí es el voto por la reconciliación nacional. En este momento me llega a la memoria la última proclama del Libertador Simón Bolívar escrita el 10 de diciembre de 1830 en la Quinta de San Pedro Alejandrino de Santa Marta, en la que al borde de la muerte, invitó a la reconciliación nacional como el camino de la unidad. Asimismo, perdonaba todas las ofensas y a todos los que lo ofendieron. Un acto de grandeza es votar por el perdón y la reconciliación. Vote sí.