En Colombia, los partidos políticos y las ideologías se mueven de acuerdo con quien ostente el poder.
En el 2002, aprovechando que los partidos tradicionales entraron en crisis, surgió la figura de Álvaro Uribe y rompió el esquema bipartidista que venía dominando el espectro electoral, todos recuerdan como derrotó a Horacio Serpa, con un discurso contundente contra las Farc, en tiempos que se hablaba de un Estado fallido, además de un carisma que lo llevó a ser el presidente con mayor liderazgo que hubiese pasado por la casa de Nariño, por su estilo para gobernar y darle siempre cara a los problemas; capaz de cambiar la Constitución y reelegirse, logró rendir a sus pies a los partidos tradicionales, crear dos partidos políticos que hoy sobreviven a pesar de los escándalos de corrupción y politiquería presentes en sus dos gobiernos.
Sigue siendo un líder, con una popularidad cercana al 60 por ciento que polariza al país, muy diferente a los demás expresidentes que salen y pierden vigencia. Pero como los tiempos cambian y en política pasan muy rápido, hoy, el presidente Uribe con su partido Centro Democrático, atraviesan una coyuntura complicada por la feroz pelea que libra con el presidente Santos, quien lentamente lo ha ido acorralando hasta llevarlo a asumir una posición de oponerse a todos los avances de paz con la guerrilla de las Farc y quedar en un sitio oscuro de la historia, que desde mi punto de vista no le pertenece, porque también contribuyó al momento que se vive hoy, con el desmonte paramilitar, mal confeccionado, pero que desarticuló una máquina de muerte; otro aporte sustancial fue arrinconar a las Farc para que se sentaran a negociar, debido a los sucesivos golpes de la política de seguridad democrática.
El Centro Democrático, después de sacar una magnifica votación con más de 7 millones de votos en las pasadas presidenciales, con un candidato bastante regular; después, una cosecha de 20 senadores, todos colgados de Uribe; comenzó un declive en los comicios para entes territoriales, plataforma de cualquier partido; ahora le están apostando al no del plebiscito, un pulso político y como avizoran las encuestas, será un triunfo del sí, otro derrumbe en el imperio uribista.
Si a esto le sumamos los contundentes golpes en el enclave de poder, como la suspensión de Jorge Petrelt, el desmoronamiento de Fedegan y la caída del Procurador; además, de apostarle a candidatos presidenciales que no garantizan victoria: Oscar Iván Zuluaga, chiflado en Unicentro y desgastado por el caso del hacker; Iván Duque, con poco reconocimiento; solo se salva Carlos Holmes, pero no es de la entraña uribista, lo que los obligaría a hacer alianzas o con Vargas Lleras, un verdadero harakiri o con Ordóñez, que representa un país anacrónico y una derrota segura.
Muy difícil lo que se viene para el uribismo y no reaccionan, siguen con una tesis traídas de los cabellos como el tal Castro-chavismo que genera burlas y no leen el momento histórico del país, aferrándose a pasiones que no permiten un acto de grandeza, algo que puede traducirse en el final de la participación activa del expresidente en la política nacional y del Centro Democrático porque con los votos de Alfredo Rangel y José Obdulio no les alcanzaría. @JACOBOSOLANOC