Más de 40.000 envigadeños nos muestran una nueva forma de gobernar. Me gusta pensar que progresivamente, vamos pasando de un modelo de gobierno tradicional en donde los poderes estatales están concentrados en la capital hacia un modelo más abierto y horizontal.
Se trata de que los ciudadanos jueguen un papel central en la identificación de las prioridades de su territorio, la prestación de servicios públicos y el control de la inversión presupuestal. Un ejemplo de este nuevo modelo, es la forma como se acaba de anexar el municipio de Envigado al Área Metropolitana del Valle de Aburra.
Gracias a una consulta popular, 24.507 habitantes dijeron si a la integración territorial y dieron un voto de confianza al área metropolitana más antigua del país. Esta asociación territorial permitirá darle fuerza a proyectos en materia de educación, movilidad e integración de transporte multimodal. Iniciativas que han sido pensadas para los próximos 10 años y que no podrían llevarse a cabo por los municipios, si lo hacen de forma aislada e individual.
El Valle de Aburrá, se convierte así en un modelo de desarrollo para replicar en otras áreas del país. Sin embargo, pese a los beneficios de este nuevo modelo de gobierno, en Colombia contamos con un déficit en áreas metropolitanas. Aunque hay espacios territoriales que ya se han consolidado en esa forma de integración, aún no han sido reconocidos formalmente.
Me refiero por ejemplo al área metropolitana de Armenia, que junto con Calarcá, Circasia, La Tebaida, Montenegro y Salento generan flujos continuos de bienes y pobladores. También el área metropolitana de Bogotá, que por no estar constituida, sigue sufriendo cuellos de botella en la solución de problemas de seguridad que aquejan por igual a los habitantes de Soacha, Mosquera, Funza, Madrid, Chía, Cajicá, Cota, La Calera, Tenjo, Tabio, Sibaté, Zipaquirá y Facatativá.
Por eso, necesitamos mayores liderazgos en los gobiernos locales, así como una visión a futuro que permita establecer un diseño institucional que trascienda un periodo de gobierno. Se requiere asumir de manera conjunta la prestación de servicios públicos y diseñar obras de impacto local con ejecución regional, que resulten más eficientes y generen menos costos.
Pero sobre todo, necesitamos que los municipios promuevan agendas comunes en sus territorios, para sumar esfuerzos, superar intereses individuales, y lograr acercar las políticas públicas a los ciudadanos. Ojalá que el ejercicio de Envigado, se convierta en un detonante y genere efecto dominó para estas formas de gobierno en todo el país.