Es clave no olvidar que todo intelectual y hombre de ciencia tiene una responsabilidad ética ante la paz del mundo. Con su ejemplo, lo enseñó Albert Einstein. Él no solo se dedicó a superar las teorías científicas del genio Newton, como finalmente lo hizo para bienestar de la humanidad, sino que en forma paralela trabajó en la creación del modelo que superó el estado de naturaleza de la guerra a fin de que nos asumiéramos como civilizados.
La paz en el mundo fue tema de permanente dedicación de Einstein. Identificó que el peligro más grande que tenía y tiene la especie humana no es otro que la guerra y para su infortunio fue testigo de dos grandes conflagraciones mundiales, del genocidio judío y otros conflictos que amenazaron con una tercera guerra mundial.
Señaló que una de las condiciones que posibilitan las guerras era la ausencia de un orden estatal internacional que limitara la soberanía de los Estados – Nación, en beneficio de los derechos y de las libertades de todas las personas en el mundo. Por consiguiente, él clamó por la creación de un pacto político internacional que creara una organización universal dedicada a garantizar la paz en el mundo y de la creación de un ordenamiento jurídico imperativo para todos y así dar solución pacífica a los conflictos armados.
Con sabiduría, dijo: “Quien quiera abolir de veras toda guerra, tendrá que aceptar que su propio Estado renuncie a parte de su soberanía en beneficio de las organizaciones internacionales; tiene que estar dispuesto a someter a su país, en caso de conflicto, a las decisiones de un Tribunal de Arbitraje: tendrá que sostener con firmeza el desarme de todos los países, que establece incluso el siniestro tratado de Versalles...”. Invitó a la enseñanza en contra del militarismo y los nacionalismos como un peligro a la paz mundial.
Uno puede afirmar, sin peligro a equivocarse que Einstein se anticipó a la creación de las Naciones Unidas, que es la gran contribución de la razón política a la paz del mundo. La Naciones Unidas que acompaña hoy el proceso de paz en Colombia es la gran obra del genio humano del siglo XX, al lado de la cultura de los derechos humanos a favor de la paz mundial. La Carta de Naciones Unidas que se firmó en San Francisco, Estados Unidos, el 28 de Junio de 1945 es el gran tratado de paz y la hoja de ruta que guía el proceso de paz.
No es correcto limitar el problema de la paz del país dentro de la estrecha soberanía nacional. Nuestra paz es un asunto mundial y de seguridad internacional, y es finalmente ante Naciones Unidas que tenemos que responder como nación civilizada.
Einstein, reafirmó: “Muy poca gente cree en la actualidad que actos de violencia como las guerras puedan ser medios aceptables para resolver problemas internacionales, pero la mayoría no tiene la valentía necesaria para defender con toda energía la adopción de medidas que podrían suprimir las guerras, infame residuo de épocas de barbarie. Hace falta valor, conocimiento de tema, claridad en lo que se pretende y espíritu de servicio para dedicarse con eficacia a conseguir este objetivo primordial”.
Se cometen errores en las negociaciones para superar los conflictos armados, estos errores son insignificantes ante la necesidad de superar la guerra. Las negociaciones para lograr la superación del conflicto armado no internacional, a favor de la paz tienen que ser respaldadas con todas sus imperfecciones, son actos humanos cometidos por seres finitos e imperfectos, como lo somos todos. Tenemos un compromiso con la paz mundial y por esto debemos respaldar los acuerdos.