Caracas, (EFE).- La donación de órganos procedentes de personas fallecidas está paralizada en Venezuela desde hace cinco años, durante los cuales 1.200 personas dejaron de recibir una aportación que les habría permitido mantener su esperanza de vida, según cálculos de la Organización Nacional de Trasplantes (ONTV).
Esta organización independiente hace la estimación considerando que en años como 2012 o 2013, cuando estaba en marcha y en sus manos el Sistema de Procura de Órganos y Tejidos (Spot), se practicaban alrededor de 400 trasplantes anuales entre donantes fallecidos y de vivo a vivo.
Pero en 2014, el Estado entregó lo relacionado con el Spot a una institución dependiente del Ministerio de Salud llamada Fundavene, que en junio de 2017 anunció una suspensión temporal que hoy, cinco años después, permanece desactivado.
La encargada de Relaciones Institucionales de la ONTV, Lucila Cárdenas, explicó a Efe que se trata de una paralización que impide a los pacientes optar a alguna donación y que también imposibilita a los donantes voluntarios ayudar.
"Hay muchas vidas que se han perdido, estadísticamente hablando (...) se pudiera hablar de que hay un aproximado de entre 1.100 y 1.200 personas que se habrían podido beneficiar de un trasplante de órganos que no ha ocurrido, y de estos el 10 % serían niños" aseveró Cárdenas.
SUSPENSIÓN INDEFINIDA
La suspensión del Spot fue atribuida a la falta de los medicamentos inductores e inmunosupresores que deben recibir los trasplantados para no rechazar el injerto.
Pero desde la ONTV insisten en que tanto la escasez de estos fármacos como el estado de deterioro del sistema sanitario público son condiciones que confluyen en la imposibilidad de realizar este procedimiento actualmente, salvo en pacientes que encuentran un donante entre su familia y cuentan con recursos para pagar la operación en un centro privado.
"En este momento, en Venezuela hay aproximadamente 8.000 personas en diálisis; de estas 8.000 el 40 % pudiera calificar para un trasplante y el 10 % está listo para realizarse dicho trasplante, pero en estos momentos solo se está llevando a cabo en Venezuela trasplante de vivo a vivo", explicó Cárdenas.
Aclaró que estas intervenciones solo se ejecutan en clínicas privadas y "a un costo que deja por fuera al 98 % de los venezolanos que necesitan un trasplante".
Entre las consecuencias de la paralización del Spot, Cárdenas destacó que en 2021 murieron 14 niños que estaban a la espera de un riñón en la Unidad de Nefrología del principal hospital infantil de Caracas, y que este año ya se contabilizan seis decesos.
Efe se comunicó vía telefónica con Fundavene y una vocera de la organización indicó que no podían brindar información con respecto al Spot, pero que "ya iniciaron los trasplantes". No obstante, en la última publicación en su cuenta de Instagram, el pasado 2 de abril, la organización refirió: "seguimos trabajando para activar el Sistema de Procura de Órganos, Tejidos y Células".
ESPERANZA QUE VA Y VIENE
Yohana Bonilla tiene 44 años y más de 11 de ellos con insuficiencia renal. En este lapso ha recibido dos trasplantes no exitosos, el último de ellos tras ser beneficiada por el Spot en el 2013.
"Fuí seleccionada dos años después de haberme incluido en la lista. Me llamaron una mañana para realizarme el trasplante y me volvieron a trasplantar (...) y fue muy emocionante porque tienes la esperanza de que te llamen en cualquier momento y fue algo aleatorio", relató a Efe.
Pero Bonilla tuvo complicaciones y perdió el nuevo riñón. Ahora no tiene otro donante y no puede esperar a un voluntario porque el sistema de procura está cerrado, por lo que está condenada a seguir el tratamiento de hemodiálisis que la mantiene con vida.
En Venezuela la esperanza solo es posible para pacientes que requieran un trasplante de riñón o hígado y que encuentren en un familiar esta donación, pues el resto de órganos trasplantables solo se pueden obtener de donantes fallecidos.
Es el caso de Eugenio Martínez, quien tuvo la suerte de ser compatible con su madre Beatriz del Gallego y, juntos, superaron la carrera de obstáculos que representa este proceso.
"Es muy rudo, es muy difícil, hay que vivirlo para ver lo difícil que la pasan las personas que están en este proceso (...) Es una bendición, más en este país en el que las cosas son tan complejas", contó Martínez a Efe.
Esta familia tuvo que recaudar fondos para pagar la intervención quirúrgica, realizada en 2016, pues era inviable hacer el trasplante en el sistema público.
Pese a todo, ven el procedimiento médico como una prueba superada con la que aspiran dar esperanza a otros pacientes crónicos que viven contra reloj y en la espera de un trasplante que no llega. EFE