El pasado 13 de junio, me llamó la atención un titular en el diario de La República, sobre los cultivos que más crecieron durante el año 2023 en Colombia.
Cuando revisé la fuente de la información, encontré que no provenía del Dane, sino de la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria -UPRA-, una entidad adscrita al ministerio de Agricultura. Dicha entidad reportó que, en el año 2023, el área de cultivos en Colombia creció 2,7% respecto al año 2022, jalonado principalmente por los cultivos de soya (14,1%), yuca (10,5%), maíz (6,5%) plátano (4,4%), papa (4,3), maíz (4,2%) y arroz (4,0%).
Para obtener estas cifras de áreas cultivadas en el país, la UPRA, captura los datos desde los municipios y gremios de la producción agropecuaria. Al programa estadístico que reporta estas cifras, le pusieron un nombre muy sexi. Se llama EVA, que significa “Evaluaciones Agropecuarias”. Allí, recolectan los datos semestrales de las áreas cultivadas y de la producción de los cultivos transitorios y permanentes. Las cifras que reportan del año 2023, dicen haberlas capturado de 1.099 municipios de 1.101 que tiene el país. Cuando entré a revisar el informe estadístico en la página web de la entidad, no estaba publicado dicho informe.
Este es un tema muy delicado que las autoridades deberían investigar a fondo, por tratarse de estadísticas que inciden en el PIB, la inflación, el IPC, la oferta y demanda de alimentos, importaciones agropecuarias y precios de mercado. Si el Dane, está delegando sus funciones estadísticas en otras entidades públicas y en algunos gremios de la producción agropecuaria, debería ser más riguroso en la metodología que están aplicando para que haya un máximo grado de confiabilidad.
Cuando fundé mi plataforma tecnológica para ayudar a los pequeños agricultores a estructurar proyectos agrícolas rentables y planificar créditos de una manera sencilla y didáctica, me tocó consultar a muchos directores de las Umatas municipales, productores del campo y gremios agrícolas del país. El 90% no tenía la información correcta del área sembrada, la ubicación de los cultivos ni las cifras de costos de producción y rendimientos por hectárea. Un gran número de agricultores y ganaderos, desarrollan sus explotaciones de manera informal, sin registro ante la autoridad fitosanitaria (ICA) y sin reporte de sus ventas ante la Dian. En la mayoría de los municipios donde la UPRA recoge las estadísticas del agro, ni siquiera saben que es el IVA. Eso no ha pegao por allá.
El caso de las estadísticas del sector arrocero es patético. En Casanare, por ejemplo, como las extensiones de los cultivos son inmensas, utilizan fotos satelitales que confunden el pasto brachiaria con el arroz, y terminan sumando las fincas ganaderas con predios de arroz. Si no fuera por la industria molinera, no se sabría el área cosechada ni los rendimientos por hectárea, que en su mayoría son pésimos, por la utilización de semillas de costal no certificadas. Claramente, estas estadísticas distorsionan el mercado y los indicadores de la economía del país.
El estadístico estadounidense Carroll D. Wright hizo famosa una frase que decía “las cifras no mienten, pero los mentirosos se las inventan”.