El presidente Santos ha comenzado a preparar al país para un eventual fracaso de las negociaciones de La Habana. Las últimas señales de ambas partes indican que el proceso está atravesando un momento crítico.
Estas crisis generalmente se dan cuando se está negociando algo neurálgico y fundamental, que es de crucial interés para las partes. Son temas muy concretos con efectos palpables, y no las veinticinco cuartillas de cháchara aspiracional.
Es entendible que las negociaciones comiencen por los puntos en los que hay más cercanía entre las partes con el propósito de imprimirle al proceso una dinámica positiva. Pero haberse demorado casi un año en el tema agrario carece de presentación.
El tema agrario suena grande, pero eso no es lo que realmente le importa a las Farc. La malicia de los delincuentes le ganó la mano al equipo de "expertos negociadores" del gobierno. Hace mucho rato no presenciábamos manoseo tan obsceno.
Lo que más le importa a las Farc en esta negociación es garantía de impunidad, participación política garantizada, y obviamente desarme de las fuerzas legítimas del Estado colombiano. Y como estos son los temas que se están discutiendo, entonces hay crisis.
¿Estaríamos los colombianos dispuestos a conceder una amnistía general a las Farc, si con esto se lograra que cese la confrontación? Nadie sabe la respuesta. Actualmente, Colombia está dividida frente al tema de La Habana. Es difícil proyectar en qué extremo estaría la mayoría de los colombianos de lograrse un acuerdo y este fuera uno de los puntos a refrendar.
La dinámica del proceso se ha visto afectada también por sucesos de la vida nacional que llevan a concluir a las Farc que están negociando con un presidente debilitado y arrinconado, y que el tiempo está de parte de ellos. La actitud desesperada y por momentos suplicante de Santos pareciera darles la razón. Es evidente que Santos está electoralmente secuestrado (auto secuestrado podría ser una mejor descripción), por el proceso de La Habana.
Además la oposición frontal al proceso de sectores de la derecha bajo la vocería de Uribe, dan para especular que todo lo negociado y acordado, podría ser ilusión de un día. Especialmente si el uribismo se hace a un número importante de curules en el Congreso. Creo que las Farc estarían dispuestas a hacer una pausa para ver si se produce un reacomodo de las fuerzas políticas y si el equilibrio actual se mantiene.
Estamos frente a un pronóstico reservado, y aunque muchos deseamos que la negociación sea exitosa, cada día que pasa sin solventar la crisis actual e imprimirle dinamismo al proceso, las posibilidades de fracaso aumentan.
La forma más efectiva de salvar la negociación es que Santos no busque la reelección, lo que sería un trago amarguísimo para Santos. Sería muy duro pasar a la historia como un presidente que generó grandes expectativas y al final defraudó. La paz es el as bajo la manga o el sombrero del ahogado que lo redimiría históricamente.
La suspensión de la negociación durante la época electoral es una parada de facto de la mesa. El resultado sería el mismo que si formalmente se dieran por terminadas las conversaciones. Esta es una pésima idea porque envía el mensaje de que la búsqueda de la paz no es un propósito y querer nacional sino un capricho presidencial.
Por muchísimas razones, Santos es el presidente con quienes las Farc pueden llegar acordar un cese del conflicto. Si las Farc no aprovechan esta oportunidad de oro, desaparecerán inevitablemente. En el mundo simplemente ya no hay espacio para estas formas de lucha.