El riesgo de una recesión mundial, en 2023, tiene a los bancos centrales de las potencias económicas del mundo aumentando las tasas de interés y en pánico total a las economías de los países en desarrollo.
En Colombia, el panorama es mucho más preocupante. Con una balanza comercial negativa de US$ 2.168 millones y una deuda externa de US$ 176.098 millones, un dólar por encima de los $5.000, golpea más fuerte el costo de vida y las finanzas públicas. Claramente, el sector más frágil es el de la producción de alimentos y materias primas. Para citar un par de ejemplos. En Colombia, importamos alrededor de 14 millones de toneladas de alimentos, de las cuales 6 millones son de maíz y 2 millones de soja, que se requieren para producir 16.000 millones de huevos y 1.6 millones de toneladas de carne de pollo anuales que consumimos los colombianos. Con la trepada del dólar, la población terminará pagando el doble del precio que pagaba hace diez meses por estos alimentos.
El otro golpe fuerte para la inflación va a ser el aumento de los costos de producción de más de 73 millones de toneladas de alimentos en nuestros campos. Pues, el 90% de los fertilizantes, agroquímicos, tractores, equipos y demás insumos que se requieren para producir estos alimentos son importados. A ello, súmenle la subida de $200 mensuales de la gasolina, el aumento de los servicios públicos y de las tasas de interés por parte del Banco de la República. Con la reforma tributaria aprobada esta semana por el congreso de la República, la situación económica puede empeorar. Con una inflación alta y una carga tributaria mayor, las personas no tendrán capacidad de gastar y las empresas de invertir. A los congresistas se les olvidó que afuera de del Capitolio, hay más de 20 millones de colombianos que, según el Dane, viven con menos de $11.000 pesos diarios. Es una bomba de tiempo que se puede activar en cualquier momento con un estallido social.
Creo que ya lo había dicho en una columna anterior. En esta díficil coyuntura económica mundial, es cuando más necesitamos tener una economía sana y de escala creciente, con un Estado brindando confianza inversionista, seguridad jurídica e incentivos fiscales, para que haya más empresas aportando recaudo fiscal y generando más empleos. Si gravan con más impuestos a las empresas que generan trabajo para dárselo al que no trabaja, en poco tiempo van a multiplicar a los pobres. Queremos más puestos de trabajo y maltratamos a quienes los crean. ¡quien los entiende!
Todavía estamos a tiempo de enderezar el rumbo del país. Si bien el panorama puede parecer pesimista, hay que avanzar de todas maneras. En estos momentos es cuando más debe haber una colaboración entre gobierno, congreso y sector privado. Si siguen tomando decisiones de manera aislada, los resultados van a ser catastrófico para la economía.
En el tintero. Si el ministerio de Agricultura, destina su presupuesto de inversión del 2023, a bajar las tasas de interés, subsidiar coberturas de riesgos y reducir costos de producción para aumentar áreas de siembras y productividad, será el salvavida de la economía del país.