Para cualquier persona viviente en este mundo, no es ningún misterio advertir con atención, en el ámbito de las naciones, dos corrientes políticas universales con argumentos sociales y económicos que pretenden encasillar las conductas; es decir, la manera con que las personas se comportan en el transcurso de sus vidas, de todos los ciudadanos a la manera del pensamiento político de quienes pretenden gobernarlos.
En palabras simples, estamos frente a pensamientos de izquierda y pensamientos de derecha. Al asumir esta caracterización surgen muchos analistas, periodistas y políticos con perfiles orientados hacia el centro del espectro político. Estos personajes normalizaron la extrema derecha, con lo cual sus opiniones ya no las transan como “populismo de derecha” contra “populismo de izquierda”, sino que ahora ellos opinan de “democracia” frente a “dictadura”.
Esa tendencia ideológica ha establecido nicho de opinión en varios países de Europa en donde se está aceptando, a regaña dientes.
Así las cosas, observamos en Francia, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, España y otros más o menos visibles. Cosa parecida está sucediendo en varios países de América.
La contraparte de este pensamiento en el Nuevo Mundo, ha indicado con sutileza que existen dos escuelas de pensamiento, desde donde se diseñan y autorizan líneas de acción asociadas con ese propósito. La primera es el Foro de Sao Paulo y la segunda es el Foro de Puebla.
Actualmente, el movimiento de izquierda se percibe con nitidez en las protestas estudiantiles, indígenas, sindicales, emigrantes y en algunos países con una alta dosis de racismo, como está sucediendo en los Estados Unidos de América.
Allí se diferencian con facilidad que los de derecha se agrupan en el partido “Republicano” y los de izquierda se identifican con el partido “demócrata”.
Siendo Estados Unidos el país de mayor impacto en todo el mundo, por su influencia social y económica, especialmente en los países del continente americano, éste continente va a encontrarse en alto riesgo de caer bajo el dominio del partido demócrata, orientado hacia el socialismo, porque estaría dando un viraje opuesto a su postura republicana reconocida intríncicamente por principios del modelo capitalista, lo cual se reconoce en la frase más arrolladora de su Nación: “El sueño americano”.
Es posible que la intrincada estructura democrática de la nación gringa, acicalada por una fuerte y estable cultura de libertad del pueblo estadounidense, no permitirá que un sistema socialista confusamente establecido, pueda establecer e imponer procedimientos o mecanismos que le son esquivos a los pueblos de América.