En cierta oportunidad, hice una serie de recomendaciones a un grupo de personas que me consultaron sobre los lugares a los cuales podían acudir para mejorar como individuos, seguir su camino de evolución personal y de desarrollo integral como ser humano. Yo con todo gusto empecé a hilvanar una serie de actividades y lugares donde podían encontrar lo que buscaban y además que pudieran disfrutar de extraordinarias experiencias que fortalecerían sus vidas.
Al finalizar mi exposición ante el grupo, alguien que me escuchaba a cierta distancia con mucha atención, esperó que las personas se alejaran y se me acercó, para muy educada y elocuentemente expresarme: “hay que ver que tú si eres pendejo, invitándolos a que vayan a hacer cosas a otros lugares, cuando puedes aprovecharte del momento y sacarles dinero, dictándole tú mismo los cursos o talleres que quieran hacer”. El planteamiento de mi amigo era válido, sin embargo la pregunta que el grupo me hizo fue clara, me preguntaron dónde y cómo seguir trabajando en su crecimiento, no me consultaron si yo podía enseñarles cosas.
Mi amigo rebate mi respuesta y me dice: “que humilde eres e insisto, pendejo también, ¿de qué vas a vivir, del aire? Pues mi respuesta fue un rotundo Sí, pues ¿de que más voy a vivir? En principio, si no respiro me muero, puedo tener cualquier cosa, comida, dinero, tiempo, salud, pero si no tengo aire y no puedo respirar me muero en escasos 2 o 3 minutos.
Para tener muchas cosas en la vida, es importante valorarlo todo, hasta lo más mínimo, incluso aquello que olvidamos y damos por sentado porque creemos que no nos cuesta, volviéndolo un acto de inercia o inconsciencia como lo es respirar. El simple hecho de poder respirar me da la posibilidad de vivir para comer, para trabajar, para hacer lo que desee o necesite hacer en cualquier momento y lugar.
Cuando valoramos las cosas más simples y agradecemos a Dios a la vida o a aquello en lo que crees, más bendiciones llegan a nosotros.
Por otro lado, lo bueno de hablar bien de otros y recomendarlos, es que hay una energía que va de mi hacia ellos que los engrandece y en consecuencia me fortalece, me recompensa, la vida me lo multiplica en bienes que puedo necesitar en el momento que menos me lo espere y más me haga falta.
Además, le comenté a mi amigo que uno debe ser elegante en su actuar, por mucha hambre que quizás se tenga, no se debe mostrar la desesperación. Cuando otros ven que hablas bien de los demás, eso te proyecta como una persona íntegra, con una gran personalidad, habla tan bien de tu ser, que la gente viene por si sola hacia ti como abejas a la flor buscando el néctar y lo mejor de todo, te pagarán, regalarán o brindarán todo lo que quieras y necesites. Gracias por leerme, mis bendiciones y respeto para ustedes.