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Columnas de Opinión
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Escrito por:

Edward Torres Ruidiaz

Edward Torres Ruidiaz

Columna: Opinión

e-mail: bancoverde@gmail.com

El diccionario define la regalía como “el dinero que obtiene el dueño de un derecho cuando alguien hace uso de este. Esto quiere decir que, cuando una persona explota algún derecho de otra, debe pagarle regalías.”

 

Constitucionalmente en Colombia la regalía se deriva de la explotación de un recurso natural no renovable y, como propietaria la nación del subsuelo, su derecho reposa en cabeza del nivel nacional y participaban como principales beneficiarias, con 80% de la bolsa, las entidades territoriales en las cuales se explotaban y transportaban los recursos. 

Es decir, se reconocía la prioridad para estas últimas en aras del impacto sufrido por el espacio territorial en el cual se llevaba a cabo la explotación de dichos recursos naturales. Una simple visita a cualquiera de estos municipios evidencia el enorme desastre ambiental, social y el cambio de modelo de desarrollo –con bajo nivel de jalonamiento - ocasionado por la actividad extractiva.

Pero  sin haber logrado solucionar ese problema, un día se creó el acto legislativo 05 de 2011 que modificó ese principio y  trasladó la bolsa del 66,4% de las regalías a todos los departamentos, municipios y al Gobierno Central.

Los intríngulis de este acto fueron polémicos.

Entre otros argumentos  el Gobierno Nacional resaltó los actos de corrupción de los alcaldes y gobernadores sobre los recursos del antiguo Fondo Nacional de Regalías y uno aún dudaba si lo correcto era investigar y sancionar a los culpables o quitarle los recursos a la comunidad. Igualmente se preguntaba uno si bajo ese mismo rasero de la corrupción no sería también pertinente quitarle a Bogotá y Cali sus recursos de industria y comercio. Igualmente se resaltó el número de alcaldes destituidos y uno aún dudaba si ese más bien no era un indicador de eficiencia de los entes de control, contrario a los pobres resultados de los actos de corrupción del nivel nacional donde aparecen los culpables por problemas de malos repartos entre ellos mismos más que como resultado de exhaustivas investigaciones. Hasta el periodista Yamit Amat se decidió a reforzar la tesis inequívoca del Gobierno Nacional preguntando a los habitantes de alejados municipios de la Guajira sobre la corrupción de sus alcaldes y se pregunta uno si la respuesta sobre los políticos no sería la misma de parte de cualquier habitante de cualquier barrio o ciudad de Colombia. Pero para Yamit y el gobierno fue la prueba reina para la reforma.

Y la reforma pasó, y el nuevo sistema General de Regalías ya lleva cinco años e incluso, posteriormente el gobierno promotor arrasó electoralmente en algunos departamentos y municipios supuestamente afectados por esta.

Podemos decir que bajo este nuevo modelo cuando una ciudad como Barranquilla recibe recursos del sistema general de regalías – SGR- la regalía pierde su naturaleza original de “contraprestación” y termina convertida en una transferencia no muy distinta del Sistema General de Participaciones -SGP. Es decir, en actividades que de ninguna manera amainan los impactos negativos de la explotación, principio original de la Constitución de 1991. La diferencia es que mientras el SGP redistribuye recursos de las ciudades ricas a las pobres, el SGR hace todo lo contrario: los municipios pobres terminan subsidiando el gasto de los ricos porque a nivel intradepartamental nada garantiza su destinación a los municipios de mayor pobreza.

Hoy en día se insiste por parte del gobierno en mostrar los “buenos resultados” de dicha reforma bajo el supuesto de que más colombianos acceden a  las regalías y del porcentaje de contratación de los proyectos, la llamada eficiencia. Por supuesto la respuesta correcta va a depender de a quien se le formule la pregunta.

Por eso sería bueno preguntarle al señor Tarsicio Valdeblanquez, sentado a esta hora frente al peladero que una vez fueron las fértiles tierras de La Loma-Cesár, ¿Qué opina acerca de que con los $20.000 millones extraídos de su tierra hoy en día Barranquilla esté construyendo un hermoso Centro de Exposiciones que, de todas formas, va a resaltar la cultura Caribe? ¿Su opinión acerca de que con los $9.656 millones extraídos de su tierra, Cartagena va a tener otro hermoso Centro de Convenciones al cual, de todas formas, podrá usted algún día visitar?  Todo depende.

Por: Edward Torres Ruidiaz