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Marea rosa, en un mar embravecido

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Lopez Hurtado

José Lopez Hurtado

Columna: Opinión

e-mail: joselopezhurtado13@yahoo.es

Eufemismo. El lenguaje de la diplomacia, como se sabe, es el de los vocablos elegantes, pero imprecisos y ambiguos, que parecieran significar una cosa, pero en realidad dicen otra, para “no herir susceptibilidades” de los países, o para evitar que se desnuden realidades incomodas.

Como una clara ruptura de las naciones latinoamericanas con el Consenso de Washington de 1990, que significo la imposición del más feroz neoliberalismo, de mercados abiertos y privatizaciones impulsadas por los E.U., y la década perdida del desarrollo (“Latinoamérica: Su Deuda Externa...”, José López Hurtado. Edit. Ecoe Ediciones, Bogotá.1987), que resultó en un escaso crecimiento, crisis financieras, y profundas desigualdades sociales, sobrevino el ascenso de gobiernos originados en las izquierdas, de cuya influencia tampoco se libró América Central, en un escenario en el que, para ese entonces, más de 250 millones de ciudadanos, vivían en países con “presidentes que se inclinan por la izquierda, elegidos durante los seis años precedentes”, según un registro de la BBC de 2005. “Progresistas”, “Post-neoliberales”, “Neo-desarrollistas”, fueron entonces, los términos que se apropiaron de las discusiones académicas en su afán de definir la ola de gobiernos que se asentaron en la región. Por “Socialdemócratas” y “Populistas”, o “Demócratas” y “Autoritarios”, pareció inclinarse la mayoría de los especialistas.

Esta etapa comenzó con la elección de Chávez en Venezuela en 2008, seguida por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Paraguay, Uruguay y Méjico, con excepción de Colombia, por aquellas calendas, durante las cuales cerca de 221 millones de latinoamericanos, es decir el 45 % de la población, vivían en estado de pobreza deprimente. El salto abrupto de gobiernos tradicionales y conservadores a la otra orilla, se veía como el último recurso de las gentes, alentadas por el éxito político de Lula en Brasil y Kirchner en Argentina, en sus inicios, lo cual contribuyo a romper la creencia predominante en los 90, de que los gobiernos llamados progresistas, no eran viables y estaban condenados, de antemano al fracaso.

Larry Rother, corresponsal de New York Times en Montevideo en 2014, al anunciar la victoria presidencial de Tabaré Vásquez, resolvió cambiar la expresión “Marea Roja” - que comenzaba a volverse popular, y que se asociaba al Comunismo-, por “Marea Rosa”, más suave y sutil, para indicar el ascenso inusitado de ideas socialistas moderadas a los centros de poder. Lo dicho. Otra vez el eufemismo, como construcción lingüística al servicio de la diplomacia y, en particular, de las relaciones internacionales, que es lo que pretendemos postular en este escrito. Turn to the left, giro a la izquierda. Por supuesto, que el escenario de hace dos décadas, con un giro insospechado de exportaciones que aseguraban buenos recursos y que permitió el logro de algunos buenos resultados económicos, y el de ahora, con el regreso a bajas tasas de crecimiento y por lo tanto una fuerte desaceleración, altos índices de inflación etc., resulta bastante diferente. La apuesta para afrontar esos enormes desafíos, deberá ser, en nuestra opinión, la de la integración subregional, que vaya más allá de esfuerzos episódicos o temporales, y le permita sobrevivir a los vaivenes políticos de coyuntura. Entre tanto, un mar calmo, pero embravecido en sus profundidades, está ahí, a la espera…