Con el Acuerdo firmado entre el Gobierno Nacional y Fedegán, en que este último sirve de facilitador o coadyuvante para la compra de tierras productivas por el Estado, para su repartición entre pobladores sin tierras o insuficientes, se abrió el debate sobre la "integralidad" que deben contar estas tierras con vocación agrícola, con la finalidad de sacar de la extrema pobreza la población rural que hoy viven en lo que he denominado, Economía de Mera Subsistencia.
Conversando con el Dr Jairo Olmos, me hizo apreciar de cerca el modelo de desarrollo rural que han implantado los gobiernos eficaces, en particular Norte América, no hay repartición de tierras en pequeñas parcelaciones a miles y miles de pobladores rurales. Allí es fácil verlo de manera clara, basta con cualquier App de localización, en este caso Google Earth, para apreciar cómo funciona el tema (Invito a hacer el ejercicio):
Desde una altura de enfoque mediana sobre los Estados con vocación Agropecuaria, apreciamos perfectamente divididos cuadriculas cuasi perfectas, al descender sobre ellas, apreciamos los cultivos con sus sistemas de irrigación demarcados, vías de acceso a autopistas que conectan a centros de transformación y consumo. Cada unidad tiene silos de almacenamiento y maquinarias, así como talleres de mantenimiento, todo funciona como un reloj suizo, se produce, almacena y en la mayoría de casos en las mismas áreas se hacen procesos de transformación y de allí a los centros de comercialización y consumo.
Nótese que este modelo no busca sacar de la pobreza a la población, no porque ella exista en el país del norte, lo que pretende este modelo es la integración vertical del productor rural con toda la operación de producción, transformación, comercialización y consumo de los eslabones de la cadena, concentrados en uno o varios actores que participan de ella, finalmente se termina generando empleos de calidad bien remunerados.
La Integralidad va necesariamente de mano con la inversión, sin ella cualquier esfuerzo que se haga respecto a una reforma agraria lleva necesariamente al fracaso desde el inicio. Hemos visto como el gobierno del presidente Petro, debe enfrentarse a la realidad inicial de la falta de recursos suficientes para adquirir las tierras que prometió en campaña, tierras que hoy a pesar de ser de buena calidad, no cuentan con la infraestructura productiva para ser realmente productivas.
Sin infraestructura vamos camino al fracaso, mayor empobrecimiento y miseria dispersa en la ruralidad estará latente. Repartir tierras como solución de mejoramiento de la calidad de vida rural, es repartir pobreza, lo que necesita a gritos el sector agropecuario en apertura total a capitales sean nacionales o extranjeros, públicos o privados, dispuestos a apostar en el mediano y largo plazo a la producción de alimentos suficientes para satisfacer las necesidades básicas de alimentación de la población y hayan excedentes para exportar, o simplemente producir para exportar con productos de calidad bien pagos en el exterior para que en el proceso de producción, transformación y comercialización se generen puestos de trabajo que lleguen a ocupar la mano de obra no calificada del sector rural. La población rural no puede estar sometida a la esperanza de soluciones que el Estado ofrezca que jamás la podrá cumplir por incapacidad técnica o financiera en su realización.
Tenemos que cambiar el modelo para alcanzar los fines del Estado, la Nación rural necesita mejorar la calidad de educación, está debe ser con enfoque diferencial agropecuario. Moderna, que entiendan las nuevas tecnologías como un instrumento de eficiencia productiva, soportado en la integración vertical de la cadena agropecuaria. Solo así, pensando en grande, será posible el sueño de este gobierno de convertir a Colombia en una potencia agroalimentaria para el mundo. No es repartiendo tierras para solucionar el diario vivir, el tema es hacer del campo una empresa productiva generadora de empleos de calidad y riqueza suficiente para vivir, ahí sí, sabroso.