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Nueva diplomacia para la paz (II)

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Lopez Hurtado

José Lopez Hurtado

Columna: Opinión

e-mail: joselopezhurtado13@yahoo.es

Colombia, al igual que la mayoría de los países latinoamericanos, ha carecido de vieja data, de una política de Estado en materia de relaciones internacionales, lo que ha permitido que el manejo de las cancillerías sea permeado por protervos intereses del partido gobernante.

El rotundo fracaso de Duque en esta materia se debió precisamente a eso, a una extrema “ideologización”, en la medida en que trasladó la impronta de su facción partidista, -el Centro Democrático-, a las decisiones oficiales relacionadas con el entorno externo, próximo y lejano del país, y de su suerte en el concierto internacional. Traslado, por supuesto, con todos los vicios y falencias, propios de un partido político, inmerso en inconfesables intereses de grupo y clientela.

El fenómeno, entonces el de la ideologización, se manifestó en una actitud de permanente rechazo a los gobiernos de ideología contraria o diferente, creando tensiones insuperables, como se hizo evidente con Venezuela (salvo el ETP, Estatuto Temporal De Protección, que de alguna forma alivió la condición de los inmigrantes) y Cuba, objeto de marcadas hostilidades. Para estos casos se privilegió entonces, la agresividad, abandonándose cualquier iniciativa para buscar puntos de convergencia. Hasta las mismas relaciones consulares se cancelaron con el limítrofe país. Con la misma intensidad con la que se cerraba “el cerco diplomático” -que resultó perverso, como ha quedado expuesto-, y se fortalecían los lazos con la Casa Blanca, por el otro lado, se abandonaba cualquier propuesta de cooperación o iniciativa conjunta, bilateral o multilateral.

Por lo que en definitiva la doctrina colombiana Respice Polum, se aplicó como ha sido habitual, casi por inercia. “Mirar hacia el Norte”, que es a lo que equivale la expresión, acuñada por el expresidente Marco Fidel Suarez (1918-1921), se identifica con la inveterada practica de orientar con selectivo énfasis, todas la acciones y manejos hacia Estados Unidos, la cual según el teórico austriaco Gerhard Drekonja Korvat, como lo señala en sus magníficos estudios, ha confinado a Colombia a ostentar un “bajo perfil”, durante la mayor parte del siglo XX en el campo de la política internacional.

Ha existido, por lo expuesto, una renuncia deliberada del país y sus gobiernos, a diseñar una política externa, propia y autónoma, y a permitir se incurra en una evidente limitación a la soberanía nacional.

“El Norte de nuestros intereses -decía Suárez por ese entonces- debe estar allá, en esa poderosa nación, que más que ninguna otra, ejerce decisiva atracción respecto a los pueblos de América”.

El discurso de posesión del presidente Gustavo Petro, es un compromiso diferente, un nuevo ejercicio, universal, de perfiles ecuménicos y de cosmopolitas perspectivas, como lo exige la moderna diplomacia del mundo.