Comenzaron los debates y discusiones en las comisiones económicas del Congreso sobre el Presupuesto General de la Nación (PGN) para el año 2023 y veo nuevamente rezagado en los últimos lugares al sector agropecuario.
Hace un mes advertí en este espacio la importancia de equilibrar el PGN del 2023. Pues, no tiene lógica que mientras al Departamento de Prosperidad Social, le quieren asignar un presupuesto de casi 20 billones de pesos, a los ministerios de Transporte y de Agricultura, les den un chichigua 12 billones. Es increíble que estas cosas le sucedan a un sector que se encuentra en sala de urgencias por la pésima infraestructura vial y altos costos de producción.
Lo que el Congreso está haciendo, y lo digo con gran respeto, es desmotivar a la gente que trabaja y regalar plata a la gente que no trabaja. Ahora, vamos a tener más personas que no querrán trabajar. Si en realidad queremos reducir el 11% del desempleo y sacar de la pobreza a más de 21 millones de colombianos, lo lógico es fondear recursos de inversión pública para fomentar la inversión en el desarrollo de más áreas agrícolas y la creación de más empresas agroindustriales. La mejor forma de lograr más impuestos para financiar los presupuestos de inversión, es teniendo una economía mayor.
Lo más absurdo del PGN de 2023, es el aumento que han planteado en el gasto de personal y la reducción en la inversión. Esta semana, el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, le tocó pedir al Congreso aumentar en $ 10 billones el presupuesto para compensar la caída en el rubro de inversión. Por su parte, la ministra de Agricultura, Cecilia López, le tocó irse a las comisiones económicas del Congreso a pelear como “gato boca arriba” un aumento del 35% al presupuesto de la cartera agraria, porque se lo habían bajado de $ 4.2 billones a $ 2.06 billones. Ahí están las consecuencias de elegir congresistas desconectados con la realidad del campo y del país.
El tema es bien delicado, toda vez que entramos en una crisis mundial de producción de alimentos como consecuencia del cambio climático, la guerra entre Rusia y Ucrania, altos costos del sector minero-energético, tarifas de transporte e insumos agrícolas. Si no aumentamos y direccionamos eficazmente el presupuesto del sector agropecuario para producir más alimentos con menos costos de producción, va a ser difícil garantizar la oferta alimentaria con precios estables a los 50 millones de colombianos. No veo otra alternativa para neutralizar el desbocado aumento exponencial de la inflación el año entrante y evitar un estallido social por el alto costo de la canasta familiar. Ahí está el ejemplo de Argentina, esta semana la inflación subió al 70% principalmente por los altos precios de los alimentos. Y nosotros con envidia. En enero, la variación anual de la inflación estaba en 6.9%, ya vamos por el 10.8% en septiembre. En los supermercados las maquinitas para remarcar precios no dan abasto. A este ritmo, no le va a alcanzar la plata a más de 30 millones de colombianos, para comerse siquiera dos platos de comidas a partir de enero del año entrante.