Estoy observando que, en todos los debates, de distinto orden que se suscitan en la vida común y corriente de nuestro país, especialmente en esta época de planteamientos políticos, se opina o se discute mediante puras suposiciones.
Lo más llamativo es que cuando alguien comenta sucesos o cifras soportadas sobre investigaciones serias, casi siempre dichos analistas caen en el mismo escenario de suposiciones, porque parece que esta manera de expresar las ideas de dar por sentado sus conceptos, aun cuando los supuestos no hayan sucedido, afirmándolos como ciertos. Esta estrategia de exponer las opiniones distorsiona la realidad de lo opinado
En este sentido siempre se toma como antecedente la conjunción condicional “si”, para expresar que antes debe cumplirse alguna circunstancia para que se cumpla la idea principal del razonamiento manifestado, es decir que lo opinado ocurrirá indefectiblemente si ocurriera lo supuesto.
También es de suyo cierto que algunos ciudadanos, de quienes se tiene gran respeto por sus opiniones. afirmen con convicción que sus suposiciones ocurrirán porque, según ellos, prima su punto de vista en vez de lo lógico ceñido al análisis de lo real.
Esos ciudadanos que piensan y opinan así casi siempre están influenciados por una aureola resplandeciente que les calienta la imagen política de su preferencia. Eso es lo que se llama suponer que ocurra lo que su pensamiento defiende en vez de lo evidente y seguramente cierto.
Un ejemplo claro es el análisis de las encuestas que miden las preferencias electorales de los ciudadanos o la interpretación de las cifras sobre la inflación en Colombia que publica el Dane.