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Candidaturas presidenciales y economía

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Javier Lastra Fuscaldo

Javier Lastra Fuscaldo

Columna: Opinión

e-mail: agenteespecial@electricaribe.com

Casi cuarenta candidatos de los diferentes partidos o iniciativas ciudadanas aspiran a llegar a la Casa de Nariño en el 2022. En la actual coyuntura económica que vive el país, ver ese amplio abanico de aspirantes genera entre optimismo, preocupación e incertidumbre. La mecánica electoral de consultas y dos vueltas, afortunadamente terminará por despejar el panorama.

Aunque Gustavo Petro participará en el próximo mes de marzo en la consulta del denominado Pacto Histórico por Colombia en la que figuran también, Roy Barreras, Alexander López y Francia Márquez, aparece según las encuestas no solo como el seguro candidato de la izquierda colombiana sino como el de mayor opción para triunfar en las presidenciales.

Por su parte los aspirantes de otros partidos y movimientos se enfrentan a situaciones más complejas porque además de estar compitiendo para fungir como candidatos, las encuestas reflejan estar por debajo del seis por ciento de intención de voto, con excepción de Sergio Fajardo quien tiene el liderazgo en el grupo de la denominada coalición de la esperanza.

Con tantos candidatos y los que faltan por destaparse, difícil resulta diferenciar sus propuestas y en ese escenario el elector se basa más en lo que representan que en lo que opinan. Muchos precandidatos presidenciales se enfocan en magnificar las equivocaciones del Presidente Duque y su desconexión con los problemas de la gente, cuando deberían, por el contrario, apoyar al gobierno para que tome las decisiones complejas e impopulares que le sirven al país y no les corresponda a ellos en caso de ser elegidos.

Temas como la reforma tributaria no deben postergarse, pues este gobierno, aun sacándola, no logrará retomar la regla fiscal. Fortalecer las finanzas será uno de los propósitos que le espera al próximo presidente, tarea mucho más compleja si no se toman los correctivos desde ahora. El gasto público por su parte alcanza el 25% del PIB, el más alto de la historia, al igual que la deuda la cual incrementa progresivamente sus intereses profundizando el hueco fiscal.

Esa realidad engrandece los retos y no hay lugar para la demagogia. El Ministro de Hacienda ya advirtió que se requerirá de otra reforma tributaria más adelante y el tamaño será de un tercio más que el plan de inversión social. Los sectores transporte, vivienda e infraestructura serán los que jalonen el crecimiento económico y la inversión será fuente principal del endeudamiento.

Es todo un desafío atender el frente social y al tiempo consolidar las cuentas fiscales y la reactivación obligatoriamente con una política expansionista en el corto plazo en medio del pico más alto de muertes durante toda la pandemia.

Hay que reconocer la eficacia de programas impulsados por el gobierno para contrarrestar los efectos negativos de la crisis sobre la economía, como los créditos del FNG, el apoyo al empleo PAEF y el pago de prima de servicios PAP, pues sin ellos el impacto negativo hubiera sido más profundo. Deberán prorrogarse si queremos seguir impulsando la reactivación económica.    

En tiempo de crisis lo recomendable es apretarse el cinturón y en este aspecto hay una deuda moral del gobierno, le ha faltado disciplina en el gasto y oponerse de forma contundente a iniciativas como la de aumentar la burocracia en la Procuraduría, decisiones que exacerban los ánimos todavía caldeados de los ciudadanos y plato servido para las críticas de la oposición.

Candidatos a seguir en campaña, pero piensen en lo que digan o critiquen por si les llega a tocar el turno.