No he podido dar con la autoría de esta genial metáfora para darle el crédito correspondiente, portadora de un potente mensaje keynesiano en momentos en los que hasta sus más acérrimos críticos y los más recalcitrantes alabarderos del neoliberalismo han terminado por aceptar su teoría y sus prescripciones para enfrentar situaciones tan críticas de la […]
No he podido dar con la autoría de esta genial metáfora para darle el crédito correspondiente, portadora de un potente mensaje keynesiano en momentos en los que hasta sus más acérrimos críticos y los más recalcitrantes alabarderos del neoliberalismo han terminado por aceptar su teoría y sus prescripciones para enfrentar situaciones tan críticas de la economía en barrena como la actual, a consecuencia de las medidas de prevención, primero de contención, y de mitigación actualmente, de la pandemia del Covid-19.
Dicho texto, titulado La deuda de la prostituta, cuenta: “En agosto, en una pequeña ciudad de la costa, en plena temporada cae una lluvia torrencial y hace varios días que la ciudad parece desierta. Hace tiempo que la crisis viene azotando este lugar, todos tienen deudas y viven a base de créditos. Por fortuna llega un millonario forrado de dinero y entra en el único pequeño hotel del lugar, pide una habitación, pone un billete de 100 euros en la mesa de la recepcionista y se va a ver las habitaciones. El jefe del hotel agarra el billete y sale corriendo a pagar su deuda con el carnicero. Este toma el billete y sale corriendo a pagar su deuda con el criador de cerdos. Al momento este sale corriendo para pagar lo que le debe al molino proveedor de alimentos para animales.
El dueño del molino toma el billete al vuelo y corre a liquidar su deuda con María, la prostituta a la cual hace tiempo no le paga, en tiempos de crisis hasta ella ofrece servicios a crédito. La prostituta con el billete en la mano sale para el pequeño hotel, donde había traído a sus clientes las últimas veces y que todavía no había pagado y le entrega el billete al dueño del hotel. En este momento baja el millonario, que acaba de echarle un vistazo a las habitaciones, dice que no le convence ninguna, toma el billete y se va. Nadie ha ganado un centavo, pero ahora toda la ciudad vive sin deudas y mira el futuro con confianza”.
La moraleja de esta metáfora es que, si el dinero circula de mano en mano, contribuye a salir de la crisis de demanda en el mercado, estimulándola con la irrigación de liquidez y crédito, dándole así un estartazo a la economía, contribuyendo de paso a la generación de empleo e ingreso a partir de ese impulso inicial.
Esta es una versión que se asemeja mucho, aunque es menos sofisticada que el ejemplo que puso Keynes para ilustrar su teoría que ha servido de fundamento a las políticas contracíclicas, ya sea para conjurar la recesión o salir de ella, estimulando la demanda mediante la generación de empleo y las transferencias monetarias a los más vulnerables. En ello el Gobierno se ha quedado corto, por cicatero, como lo ha mostrado el Observatorio fiscal de la Universidad Javeriana al delatar la baja ejecución de los recursos del Fondo de Emergencias.