Lo del confinamiento mundial, sorpresivo y a hurtadillas, ha dado motivo para las más diversas explicaciones y teorías, como producto del estado de zozobra e incertidumbre en que estamos sumidos. Porque lo cierto es que nadie sabe a dónde nos encaminamos, salvo que, de ahora en adelante, nada será igual a lo que conocimos en el mundo de las relaciones sociales, de las finanzas, de la educación y el deporte. Comentábamos en escrito que se publica por estos mismos días en otros medios, que las teorías y explicaciones que han comenzado a esgrimirse, parecerían resolverse en dos tendencias, claramente definidas, en ese afán que tenemos todos de encontrar alguna respuesta satisfactoria: la académica e histórica, y la coloquial y popular, impregnada de elementos que van desde la religión, hasta la más extraña simbología esotérica.
La primera involucra registros que se hunden en el pasado más remoto de la humanidad, y que se relacionan con el acceso a la propiedad y ejercicio del poder financiero, las ambiciones comerciales, los grupos de presión o cabildeos, con miras, en ultimas, a cooptar el poder político. Se habla entonces de las seculares alianzas entre los dueños del poder económico y las castas sociales, ávidas del predominio sobre las comunidades, en un escenario, como es de suponerse, no exento de deslealtades, traiciones y tragedias. Es cuando en ese afán desbocado por el poder a toda costa, comienza a perfilarse la idea, según los historiadores, de la necesidad de la implantación de una economía monopolística en el marco de un Gobierno estatal- Global, que garantizará el control social de todos los asociados, conservando las fusiones de las aristocracias comerciales, consolidadas en la Edad Media.
En la otra orilla, la percepción popular de los tiempos que estamos viviendo, la que se identifica con los misticismos, símbolos, conspiraciones, extraterrestres, la eugenesia y el control tecnológico de la mente humana a través de Chips, implantados en vacunas obligatorias.
Es la que sostiene que ante un mundo superpoblado y en angustiosa crisis económica, que se salió de las manos a los dueños del mundo, por los altos niveles de desempleo y hambre, el único medio de control era confinar a la población, por cualquier medio, --en lugar del bicho, pudo haber sido otro espécimen--, atemorizarla y diezmarla, para lograr su dominio total, a través de la tecnología.
Para cumplir así, dicen, con los mensajes secretos develados en la literatura inspirada por los IIuminati, los Masones, y en sus símbolos mágicos, el Ojo Panóptico, (el ojo que todo lo ve), y su similar, el de Horus, del antiguo Egipto. Porque el propósito de la elite mundial es diseñar un solo gobierno, en el que todos nuestros movimientos sean vigilados y controlados, una sola moneda, un solo ejercito planetario, para dar paso al “Novus Ordo Seclorum”, el nuevo orden de los siglos, desconocido, gris, impensado. Es el cumplimiento, dicen, de los mensajes que se desprenden de muchos símbolos que han permanecido ocultos a lo largo del tiempo.