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Vie, Nov

!Llegó la hora de renunciar!

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com
La filtrada llamada entre el actual alcalde de Santa Marta y su mentor Carlos Caicedo no aporta nada nuevo a lo que ya se sabía.

La llamada dejó claro que el alcalde siempre ha sido Caicedo, quien ha gobernado, y pretende seguir haciéndolo, en cuerpo ajeno. Nada nuevo.

Que la alcaldía y los recursos públicos se han utilizado principalmente para apuntalar las aspiraciones políticas de Caicedo. Que Caicedo es incapaz de sentir el menor respeto por sus semejantes, incluso por sus más leales servidores y seguidores. Todo esto era conocido por la opinion pública. 

Según Caicedo, el gabinete de “toda la confianza” de Martínez no era más que un pedazo de gabinete que trabajaba en contravía. Luego entonces no se entiende por qué Martínez ha llorado tanto la ausencia de su gabinete de confianza, que resultó siendo no tan de confianza. Sorprende y asusta la pusilánime, pueril y vergonzosa sumisión de Martínez ante Caicedo. Actitud de eunuco.

El que la llamada haya sido obtenida legal o ilegalmente es tema que no nos compete. Esto es el equivalente de Wikileaks y a estas alturas, la llamada ya es de dominio público. No hay forma posible de recoger las plumas. Que el que la interceptó o la filtró actuó por fuera de la ley tampoco nos compete. 

Inicialmente Caicedo, a diferencia de Martínez, no se atrevió a negar que fueran sus voces sino dijo que fueron manipuladas. Esto tendrán que determinarlo los peritos, pero a priori no parece que lo haya sido. Si lo fue, entonces cada frase por si sola prueba que Martínez colocó la alcaldía al servicio de Caicedo. Pero como lo he señalado a lo largo de esta columna, eso ya se sabía; solo que ahora lo estamos oyendo de la propia boca de los implicados. Una confesión involuntaria; es decir, fueron sorprendidos en flagrancia.

Es irrisorio e indignante que Martínez invoque el derecho a la privacidad, tácita admisión de que el contenido es auténtico, cuando debería estar preocupado del ilícito que quedó en evidencia. Invocar el derecho a la privacidad para desconocer el delito es inverosímil y descarado. Si la prueba no es admisible, los delitos tendrán que ser probados por otros medios, pero ni los samarios ni los entes de control podemos prestar oídos sordos a lo escuchado. La opinión pública no tiene por qué regirse por los estándares legales, máxime cuando estamos ante una causal de indignidad; las conductas ilegales reveladas ofenden gravemente la moral pública.

El contenido de la grabación dejó de ser un chisme de pensionados en el Café del Parque para convertirse en certeza. En un acto de dignidad, si es que le queda alguna, de honestidad, Martínez debería renunciar inmediatamente. Le digo alcalde: Desagravie a esta ciudad dos veces santa, a la cual usted y su mentor han pisoteado y utilizado para satisfacer sus instintos más bajos. Usted y Caicedo no nos representan. Los samarios y los magdalenenses somos gente honesta, pacífica, trabajadora y solidaria. 

En las democracias verdaderas, la gente hace rato hubiera tumbado al corrupto, como acaba de suceder en Puerto Rico con Rossello, curiosamente en circunstancias muy similares a las comentadas en este espacio. Tenemos que seguir el ejemplo valiente de Puerto Rico y pasar de las reflexiones y del estupor ante el escándalo a la acción. Hay que promover un paro cívico indefinido y salir a marchar rechazando las conductas delictivas que quedaron en evidencia y exigir la renuncia inmediata de Martínez; no podemos convertirnos en cómplices de los bandidos ni resignarnos al saqueo de la ciudad a cambio de espejitos y oropel.

¿Quién dijo que tenemos que esperar fallos o decisiones? Alguien nos vendió esta idea equivocada y nos la tragamos entera. Consecuentemente, hoy somos una sociedad que sufre en silencio y que no se atreve a construir su propio destino. La democracia participativa nos da el derecho a los ciudadanos a que mediante el uso de los instrumentos de presión y movilización social logremos que un funcionario bajo serias sospechas de corrupción se vea obligado a abandonar el cargo. Es un ejercicio cívico y no político.
! Salgamos a la calle a exigir la renuncia de Martínez! ! Martinez, you are fired!