¿Qué buenas noticias le trajo el presidente Duque a los colombianos producto de su reciente viaje al Valle de Silicio?
¿Cuántos billones de dólares serán invertidos en Colombia por las empresas de tecnología? ¿Cuántos millones de empleo se crearán? Volvió con promesas vagas. Es difícil que dada la situación del país, los inversionistas quieran arriesgarse invirtiendo en Colombia. De hecho, no es solo un problema para Colombia sino para toda la región y por esto, lo máximo que hacen las compañías diferentes a las del sector minero-energético, es tener solo presencia comercial. Nadie en Silicon Valley se cree los castillos de arena de Duque.
Antes de salir a buscar quien invierta en Colombia, primero tenemos que resolver nuestros problemas fundamentales y estructurales. ¿Ignora acaso el presidente Duque que una advertencia del Departamento de Estado estadounidense advirtió de los riesgos de seguridad de viajar a Colombia?
Pero el tema es mucho más que seguridad. Tenemos falencias tan grandes que no somos atractivos para la inversión directa extranjera, y la lista tan larga que ocuparía el resto de este espacio detallarla. Menciono algunas: movilidad, hiperinflación normativa, sistema tributario, y dos muy importantes: infraestructura y educación.
Todas las falencias mencionadas están íntimamente relacionadas y es necesario armonizar el engranaje para crear sinergias. El problema estructural más grave es la calidad del tal talento humano, sobre todo cuando se quiere atraer industrias del conocimiento. Quizás el primer paso es que Duque decida cuál es la dirección estratégica que quiere darle al país. A veces los sueños son hermosos, pero irrealizables. La prudencia aboga por el pragmatismo. No importa de qué color es la economía sino que genere bienestar.
Los países desarrollados llegaron a ese punto gracias a la industrialización, que es el camino que tomó China cuando decidió convertirse en la fábrica del mundo.
La economía del conocimiento se construye sobre la base industrial y generalmente no crea la misma cantidad de empleos; de hecho tiende a crear elites y a ahondar brechas socio-económicas.
Pareciera que Duque quiere saltarse la fase de la industrialización y llegar directamente a la era del conocimiento, pero sin tener como. No es que sea imposible, pero para lograr esto y crear el bienestar social requerido por el país, nuestro sistema educativo tendría que ser número uno en el mundo. La visita ha podido ser más productiva y beneficiosa para el país, si se hubiera enfocado en buscar transferencia de tecnología agroindustrial, en lo que California es potencia mundial.
Colombia desafortunadamente es exportador neto del mejor talento humano. La falta de oportunidades, hace que nuestro mejor talento migre a las economías desarrolladas, quienes no solo se quedan con el mejor talento formado en Colombia sino también con el top que se formó en esas latitudes. A lo largo del tiempo varios gobiernos han intentado recuperar los talentos fugados mediante programas que han sido un total fracaso, en parte porque el enfoque ha sido atraer jóvenes que apenas sacaron su doctorado y con poca experiencia y que poco pueden aportarle al país en experiencia.
Alguien que esté en la cúspide de su carrera se vendría a Colombia a hacer qué. Cualquier doctor -Ph.D - trabajando en economías desarrolladas le diría al presidente que no hay los recursos ni la infraestructura para hacer investigación de calidad. El enfoque no ha sido, como ha debido ser, atraer doctores con larga experiencia enseñando en universidades prestigiosas, y que por estar cerca de edad de retiro, volver a Colombia es atractivo. Estos profesores son los que pueden formar a una nueva generación de colombianos con los mejores estándares educativos del mundo.
En síntesis, el riesgo país, aunado a las falencias estructurales, hacen de Colombia un país poco atractivo para invertir. Vamos a ver con qué sale la famosa Comisión de Sabios.
La meta de hacer de Colombia un país competitivo y atractivo para la inversión nos corresponde a todos, cada cual desde su área de competencia. Los gobernantes locales tienen en sus manos más de la mitad de la varita mágica, pero como seguimos eligiendo líderes campechanos y provincianos, seguimos pedaleando duro en la bicicleta estática. Ojalá el próximo viaje de Duque sea más productivo.