Inestabilidad política e institucional, que oscila paradójicamente entre la satisfacción y la vergüenza nacional, desde cuando Fujimori (1990 -2001), a quien se le declaró su “incapacidad moral” y condenado a prisión por 25 años , no por el escándalo de los “Vladivideos”, registro visual del soborno del gobierno a los congresistas, -como erróneamente se piensa-, sino por la matanza de los estudiantes de la Cantuta, y asesinato de opositores (Samuel Dyer y Gustavo Gurriti), entre otros crímenes.
Resulta patético que los expresidentes vivos-, salvo hoy, el líder del Apra, tras su fatal decisión de hace unos días-, estén presos, prófugos o investigados, incluida la propia hija de Fujimori, que fue detenida
-hoy en libertad provisional-, y quien en las elecciones pasadas, estuvo cerca de ceñirse la banda presidencial.
Alejandro Toledo, el cholo (2001-2006), actualmente prófugo, con orden de extradición vigente, acusado de recibir sobornos de la multinacional brasilera por valor de 20 millones de dólares.
Alan García (1985-1990) (Q.e.p.d.), quien deja a cinco de sus exministros para que comparezcan ante la justicia, acusados de canalizar recursos obtenidos ilegalmente y entregar sobornos, a través de su fundación familiar.
Ollanta Humala (2011-2016), acusado directamente por Marcelo Odebrecht de recibir 3 mlls de dólares, junto con su esposa, y actualmente cumpliendo detención preventiva—el sistema legislativo peruano, la diferencia de la detención preliminar--, pero según el juez de la causa criminal “con una alta probabilidad de probar los delitos…”
Y para cerrar el círculo de infamia de la reciente historia peruana, el expresidente Pedro Pablo Kuczinsky, (PPK) acaba de ser cobijado con medida de detención preventiva, al existir serios indicios de que una de sus empresas, Wesfield Capital (asesoría en banca de inversión), fue beneficiaria de dineros de la multinacional brasilera.
Desafortunado y apretado balance de cuatro lustros que encierra los infortunios políticos de los descendientes del Gran Atahualpa, pero que como el emperador inca, no claudican en sus sueños de mejores destinos, y que a pesar del penoso trance, desean seguir sacudiéndose de ese morbo recurrente que ha impedido a nuestros países, avanzar hacia niveles sostenibles de desarrollo.
Perú viene dando desde hace algún tiempo, a América Latina, la más clara muestra de la fortaleza de su poder judicial, así tenga que aplicar la justicia—con los ojos vendados--, a sus más encumbrados personajes, sin temblarle la mano para enviar, sin consideración alguna, a los ocasionales inquilinos de la Casa de Pizarro, a la tenebrosa cárcel del Chacao…..o a la de Lurigancho, una de las más peligrosas del mundo ….o a cualquier otra. !!Dura lex, sed lex¡!