A mediados de febrero viajé al centro del país a una entrevista de trabajo. Luego de asistir a la entrevista, me informaron que el proceso terminaba esa semana y que me estarían notificando cualquier novedad.
Me jacto de decir que soy una de esas personas positivas que no se suele dejar afectar por lo que digan los demás y de alguna manera es real. Recuerdo muy pocos episodios en los que me haya dejado indisponer por algún comentario, sin embargo, puedo decir sin temor a equivocarme, que definitivamente el ser llamado derrotista fue uno de ellos. Ser etiquetado con ese calificativo sinceramente me golpeó, quizá porque dentro de mis expectativas no estaba que esa persona hiciera comentarios de ese talante o posiblemente porque sentí que estaba atentando contra algo que consideraba parte de mi identidad.
Se me hizo necesario buscar la definición de derrotado y lo primero que Google arrojó fue “… Que está deprimido, cansado o sobrepasado por los acontecimientos”. Al instante recordé que lo que me dijeron fue derrotista y una nueva consulta me mostró “Pesimista, escéptico respecto al éxito de una acción”. La sutil diferencia que existe entre estas dos palabras me llevó a concluir que de ninguna manera me siento identificado con la primera definición, no obstante, la segunda podría tener algo de verdad. Ahora bien, no es que per se me considere un derrotista, pero frente a esta situación concreta, puedo decir que tengo un año de experiencia –que no creo que sea válida en mi curriculum vitae– relacionándome con empresas que están buscando empleados, que fundamenta por qué ya no espero una respuesta positiva de ese proceso de selección.
Ahora me invade una inquietud ¿es malo dejar de esperar resultados positivos? Odin Dupeyron es un actor y escritor mexicano que constantemente habla acerca del “exceso de pensamiento mágico pendejo”. Con esta expresión trata de mostrar como el ser excesivamente positivo puede convertirse en un problema. Por ejemplo, si tu sueño es ser cantante de ópera pero no eres bueno y por más que lo intentas no lo logras ¿por qué seguir invirtiendo tiempo en eso mientras tienes otras opciones? De esta manera es como se convierte un sueño en una pesadilla y algunos se justifican en ello para acabar con sus vidas. De cierta forma comparto la posición de Odin, soy de los que cree que el positivismo no debe convertirse en terquedad, porque esto puede llevarte a perder oportunidades valiosas. Cerrar capítulos o desistir de algo, no quiere decir que te vas a quedar cruzado de brazos. Lo que realmente quiere decir, es que vas a colocar todas tus ganas en una nueva opción. Así como tienes la habilidad para decidir en que meterte, también debes desarrollar la de cuando retirarte.
Mi invitación del día de hoy, es a que luches por tus anhelos sin perder de vista el mundo de posibilidades que te trae la vida. Estar enfocado en algo no puede convertirse en la excusa para no levantar la cabeza, evaluar lo que está sucediendo a tu alrededor y ajustar todo aquello que sea necesario. No tengas miedo de desistir de alguna opción, de cambiar el plan y mucho menos de aceptar que no te fue bien. Eso sí, toma todos los aprendizajes de tu experiencia para potenciar tus nuevas acciones. En el camino encontrarás de todo. Algunos te alentarán y nunca harán falta esos que te quieren ver caído. Pero tranquilo, No escuches a quien te llama derrotado si no ha librado ninguna de tus batallas.