Por comer empanada en una calle de Bogotá, multaron a un joven transeúnte de 22 años, Steven Claros y a la humilde vendedora, quienes deberán pagar $883.324 cada uno, más que el salario mínimo legal vigente.
Por absurdo que parezca, es cierto, ocurrió en este país que cada día evoca más a una Banana Republic; es inaudito que la Policía Nacional se esté tomando semejantes atribuciones, amparada en el nuevo código para, dizque, proteger el espacio público, esta es la más clara expresión de Patria Boba, cuando unos agentes desocupados, se dedican a perseguir incautos en la calle: a una modesta vendedora, rebuscándose la vida y que además no tiene como pagar semejante suma y a unos clientes, buscando el desayuno más barato para que le rinda el pinche salario mínimo ¿Será que la policía está para esto? ¿Será que no conocen las cifras del comercio informal en un país donde mucha gente, pero mucha gente, tiene un puesto de fritos en la puerta de su casa o en la esquina más cercana? ¿Será que esos mismos policías nunca se han comido una empanada en la calle? ¿No sería mejor que los policías estuvieran persiguiendo las bandas criminales como el Clan del Golfo, Los Pelusos, Los Pachenca, que tienen azotadas las ciudades antes de estar haciendo estos procedimientos de hambre o a los terroristas del ELN que siguen contaminando nuestros ríos o mejor, a los bandidos de cuello blanco implicados en el caso Odebrecht? En serio este país esta jodido, no hay justicia y la poca que hay es la quieren aplicar a los más pendejos, al que se roba en un supermercado un cubito de caldo maggi o una chocolatina jet y a los que comen y venden empanadas en un puestico callejero.
Ahora salen con multas inocuas que hacen ver a la institución como un ente creado para perseguir ciudadanos, lo más parecido a un circo.
Creo en nuestra policía y siempre defiendo su trabajo, perseguir delincuentes es muy complicado, pero ¿Cómo defenderlos esta vez? Con este tipo de excesos y atropellando a los más humildes, mientras Guido Nule se broncea en Barú, después de robarse medio Bogotá y a Emilio Tapia le dan casa por cárcel para que siga con sus parrandas, celebrando el asalto a la infraestructura del país; también el Fiscal Néstor Humberto Martínez, sigue muy tieso y muy majo, pese a todas las denuncias que tiene encima.
Lo dicho, aquí la justicia es para los de ruana y los demás, bien gracias. Ojalá este capítulo sirva para que el Estado como un todo, Gobierno, Policía, Ejercito, Fiscalía y Jueces, garanticen políticas serias de seguridad para todos los ciudadanos, máxime en un momento en el que las cifras de violencia se incrementan y cuando da la impresión que se estuviera perdiendo la batalla contra el hampa. Por lo pronto, yo seguiré consumiendo empanadas, como las de Los Ángeles en Santa Marta que son buenísimas. @JACOBOSOLANOC