En un país como Colombia, es difícil quedarse callado ante tanta injusticia social. Tenemos motivos suficientes para protestar diariamente en contra de las decisiones que nos atropellan. Pero, no siempre logramos algo de esa forma, a veces debemos saber callar.
Existen varias formas de protestar, una de ellas es el silencio. No precisamente el silencio complaciente, sino el impotente, cuando el sistema nos absorbe en su impunidad. Con tanta crueldad como si nos colocara una mordaza en la boca. Claro, también existe la opción de una retirada fugaz con la frente en alto. Conservando siempre la dignidad y las convicciones.
Cuando callamos, no siempre estamos aceptando complacientemente las imposiciones injustas o escudándonos en la desesperante indiferencia. Es una alternativa a la inargumentada vociferación o a la cobarde violencia. Es más convincente una marcha silenciosa que una protesta violenta. Finalmente, el violento termina generando más problemas que los que pretendía resolver con la fuerza bruta.
El silencio es prudencia, se calla para pensar, planear y actuar. Es más virtuoso el que calla para argumentar una defensa, que el que intimida con gritos imponiendo su posición sin argumentos. Cuando somos subordinados, nos toca obedecer así no estemos de acuerdo. Si somos rebeldes, siempre vamos a tener motivos para protestar. El equilibrio está en saber ser crítico.
Sin embargo, el silencio no es una obligación, es una alternativa. Tenemos libertad para hablar y expresar en forma respetuosa nuestros pensamientos, pero a veces callamos por necesidad. Aunque no siempre hay que callar, hay muchas alternativas silenciosas pero que requieren de la creatividad para defenderse de las injusticias, no en forma cobarde. Todo lo contrario, muy valientemente.
Tampoco está bien el que calla y después lanza dardos venenosos por la espalda, ese es tan cobarde como el que humilla aprovechando su posición. El silencio es un arma muy valiosa, no vale la pena desperdiciarla en esa forma. Solo los valientes, callan, piensan y actúan. Por eso, necesitamos más valientes que callen para pensar y piensen para actuar. No cobardes que griten para maltratar o empuñen las armas para matar.
El silencio se puede interpretar de muchas formas, como peligro, tranquilidad, resignación, aceptación… la historia nos lo ha enseñado, hasta en la biblia quedó escrito que guardó silencio Jesucristo ante Poncio Pilato aun conociendo la verdad. Por eso, cuando callo no siempre estoy aceptando, tampoco me estoy resignando o siendo indiferente. Esta condición va más allá. Interpreten mi silencio.