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La autoevaluación en el sistema colombiano

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Eimar Pérez Bolaños

Eimar Pérez Bolaños

Columna: Opinión

e-mail: eimar.perez@unad.edu.co
Mientras la evaluación en el sistema colombiano constituya un ejercicio punitivo, el instrumento de autoevaluación pierde su esencia, es decir promover la autoreflexión, autocrítica y la autonomía. 

De acuerdo a María Calatayud (2008) “la autoevaluación es la estrategia por excelencia para educar en la responsabilidad y para aprender a valorar, criticar y a reflexionar sobre el proceso de enseñanza y aprendizaje”. Sin embargo, este instrumento no sólo aplica en el campo de la educación, también en distintos sectores, como laborales, en obras artísticas, deportes, etc. esto con el fin de reflexionar sobre alguna gestión realizada de acuerdo a un plan de trabajo. 

En ese orden, puedo afirmar que la autoevaluación es un instrumento preponderante en cualquier proceso realizado, porque nos permite analizar las fortalezas, las debilidades de manera autocrítica y reflexiva. Tanto así que dicho ejercicio también propende a mejorar los aspectos dentro de los cuales hubo falencias y buscar otras estrategias que nos permitan su pleno desarrollo. 

No obstante, la forma en como funciona el sistema educativo colombiano y otros procesos donde se “evalúan competencias”, la autoevaluación pierde su carácter crítico-reflexivo y se convierte en una estrategia para poner en evidencia el pensar pragmático: “sí en la evaluación no me va bien; con la autoevaluación puedo equilibrar cifras”. 

Todo lo anterior, nos permite analizar la precariedad de nuestro sistema, pues siempre que lo importante sea un número al final y no un proceso, visto como aprendizaje, como desarrollo de habilidades y experiencias en cualquier contexto, la utilidad real de lo que constituye la autoevaluación de acuerdo a la investigadora Calatayud se verá inmerso en el encubrimiento de las debilidades como mecanismo de defensa, más que la aceptación de falencias como oportunidad autocrítica que facilita las oportunidades de mejoramiento. 

Con tal realidad, establecer una cultura de autoevaluación en el sistema colombiano requiere de cambios estructurales dentro del mismo, sobre todo en los procesos de evaluación como instrumento de medición de conocimientos y de rendimiento, también utilizado como elemento de cualificación de estudiantes y profesionales en diversos sectores. Sin embargo, en medio de un sistema que divaga e intenta copiar experiencias exitosas de otros países que además son disímiles en infraestructura, elementos tecnológicos, económicos y hasta en materia de justicia y ética, con poca probabilidad se podrá establecer algún instrumento que realmente pueda generar cambios, sinceridad y confianza a la hora realizar una autoevaluación. 

En efecto, en el ejercicio de mi labor como docente aprendí por parte de un investigador español por medio de un taller hace aproximadamente cinco años, algunos elementos básicos de la autoevaluación y de ahí en adelante siempre la utilizo en los procesos de enseñanza que llevo a cabo. Dicha orientación se enmarca en la reflexión de unas preguntas a mi parecer sencillas pero sugestivas si se les da valor de autocrítica, reflexión y se asumen con autonomía. Estos interrogantes son los siguientes: “Qué aprendí?, ¿Cómo lo aprendí?, ¿Qué no entendí?, ¿Qué hice para entender?”. 

Entonces, en la aplicación de dichas preguntas los resultados son variados, por los elementos que he mencionado sobre el pragmatismo. Por un lado, las preguntas promueven el reconocimiento de fortalezas y debilidades, además de la responsabilidad individual en cada proceso de aprendizaje. Pero por otra parte, cuando se deja a los estudiantes al “libre albedrío” es decir en el ejercicio de una autonomía mal entendida, los estudiantes terminan reduciendo la instrucción a un número, sin tener en cuenta las preguntas. En otros campos de la vida donde se aplican procesos de autoevaluación, también valdría la pena hacer el análisis sobre si se realiza per se de acuerdo a su importancia. En ese orden, se abre la puerta a la introspección frente al tema.

En suma, el tema que he propuesto pone en evidencia las falencias de la utilidad de ciertos procesos en Colombia, que dada la forma en la que está constituido nuestro sistema intentando medir todo a través de una evaluación punitiva, la vaciedad y el fraude será la constante.