Para hablar de San Basilio de Palenque, primero debemos hablar de África. “Somos un pueblo africano en territorio colombiano”. Fue lo que me dijo Jhon Jairo Salgado un destacado guía turístico, después de un caluroso saludo en su lengua nativa.
La riqueza histórica de San Basilio de Palenque va más allá de la lucha que libraron los negros africanos para ser libres. “Porque esclavo es aquel que se somete a voluntad, a nosotros nos sometieron, fuimos esclavizados.” fue la segunda claridad que me hizo nuestro anfitrión.
En sus calles aún se conservan las tradiciones de su ancestral África, de donde fueron sacados para comercializarlos alrededor del mundo como mercancía de subasta. A Suramérica llegaron por el puerto de Cartagena de Indias; el recorrido duraba alrededor de tres meses; muchos preferían lanzarse de los barcos para morir libres en el mar y no esclavos en tierras ajenas.
En su lucha fueron muchas las barreras que tuvieron que superar, una de ellas fue el idioma. Como estrategia, los españoles los organizaban en grupos de diferentes naciones, de tal forma que les toco crear su propia lengua Palenquera.
El tambor representa mucho más que un instrumento musical. Cuando los esclavizados sentían la presencia de los negros cimarrones que regresaban a liberarlos, -así se les llamaba a los emancipados- comenzaba su toque, lo cual significaba una señal preparatoria para el escape. Pero esto fue descubierto y en consecuencia prohibida su música.
El papel de la mujer fue indispensable, en su cabello no solo guardaban el oro para negociar y las semillas para cultivar una vez fueran libres. Sino, que de ser capturadas o si a manera de cuartada regresaban al dominio español, llevaban consigo, dibujado en sus peinados, la ruta de escape hacia los palenques. Esta estrategia nunca fue descubierta.
Al lograr las primeras fugas y para protegerse de las represalias, se refugiaban en asentamientos cercados con palos, Palenques. Alrededor de estos, elaboran trampas rudimentarias, huecos con estacas en el fondo y ramas sobrepuestas. Sin embargo, estas medidas no fueron suficientes y muchos de estos lugares eran quemados al ser descubiertos.
San Basilio es un Palenque rodeado por montañas, desde donde detectaban el acercamiento de tropas españolas y tomaban ventaja en las batallas. De aquellas contiendas ha quedado una escultura en honor a su líder y fundador Benkos Biohó. El mismo que firmó el primer acuerdo de paz en Colombia, entre negros y españoles.
Entre los puntos del acuerdo se estableció que los únicos, diferentes a los liberados, que podían entrar a San Basilio de Palenque eran los sacerdotes católicos, con el fin de evangelizar. Por eso, ya no conservan sus apellidos africanos, todos fueron bautizados en la fe cristiana con nuevos nombres. Aun así, conservan su religión, Lumbalú. La que algún día los regresara en espíritu a su ancestral África.
Tuvieron que pasar cientos de años, para que este pueblo viera nacer a su hijo más ilustre, Antonio Cervantes Reyes “Kid Pambelé”. El mejor boxear colombiano de todos los tiempos. Pero no es casualidad que esta tierra sea fértil para la cosecha de campeones mundiales en esta disciplina, también alcanzaron esta gloria Francisco Tejedor y los hermanos Ricardo y Prudencio Cardona.
La razón la encontramos en su organización social dividida en Cuadros, grupos que se conforman desde la niñez, no solo para brindarse apoyo en las diferentes necesidades. Sino, para marcar el dominio, resolver las disputas y conquistar a las mujeres demostrando jerarquía a puño limpio.
Las primeras batallas por la independencia en Colombia, no fueron las del libertador Simón Bolívar. Sino, la de estos negros cimarrones en busca de su libertad. Hoy en día, reclaman el reconocimiento de estos hechos históricos y su enseñanza en las escuelas.
La historia de San Basilio de Palenque, hace parte de la historia de Colombia. No en vano fue declarado por la Unesco como patrimonio oral e inmaterial de la humanidad. Sin embargo, sigue siendo un pueblo lleno de necesidades. Que hoy en día no lucha por librarse del yugo español, sino que clama la protección del Estado colombiano y la solidaridad de nuestra sociedad para no perecer en el olvido.