Todos los días cuando voy camino al trabajo enciendo la radio para escuchar las noticias del día al estilo de la Radio Pública Nacional. Una de las notas que escuché hace unos días me dejó estupefacto.
La nota era sobre como el Condado de Monterey en California, la tierra donde escribió y vivió el premio Nobel de literatura John Steinbeck, había decidido promover que los floricultores quebrados por las flores importadas de Colombia sembraran marihuana. Una política de sustitución de cultivos al revés. La nota enfatizó lo irónico de la situación.
Según la nota, como parte de la lucha contra las drogas en Colombia, la política de sustitución de cultivos desde los años noventa del siglo pasado le había dado preferencias arancelarias a las flores colombianas. Supuestamente las flores fueron el cultivo que muchos campesinos eligieron para acogerse al programa de sustitución de cultivos ilícitos. Los programas de sustitución de cultivos fueron concebidos para que al bajar la producción de narcóticos, bajara el consumo en los Estados Unidos.
Ni la trama más alucinada de alguna novela de Steinbeck, hubiera podido predecir lo comentado. La política de sustitución de cultivos ilícitos logró quebrar a una industria lícita en el Condado de Monterey, y la solución fue producir domésticamente los cultivos perseguidos por décadas en otras geografías. Incluso uno de los argumentos más fuertes a favor es que precisamente por ser la marihuana un producto ilícito, está protegido de la competencia porque no puede ser importada legalmente. Que gran ironía, que un país que ha gastado billones de dólares combatiendo el narcotráfico este promoviéndolo dentro de sus bordes.
Claro está, que lo único novedoso en esta situación es que el causante de la quiebra fue Colombia porque la posición tolerante frente a la marihuana tiene algún arraigo cultural; además, la reciente legalización en algunos estados ha creado un boom económico para esa industria en esos estados. De hecho cuando se habla de drogas, muchos estadounidenses entienden psicotrópicos distintos a la marihuana. Asimilan la marihuana al alcohol. Esto facilitó que algunos estados legalizaran el consumo recreativo o medicinal. Valga la pena anotar, que sin importar lo que hayan decidido los estados, es todavía un delito federal y es posible que en algún momento los federales decidan aplicar la ley.
Pausa parentética para comentar que no entiendo como alguien puede fumar esa porquería. Tengo unos vecinos jóvenes que se la pasan dándole a la bareta a toda hora, y esa basura huele a zorrillo. No puedo abrir la ventana por miedo a caer en la bacanidad como consecuencia de inhalación involuntaria de la mata que mata. El solo olor me produce dolor de cabeza. Y ni que decir a lo que huelen y transpiran los marihuaneros. Una ventana mal cerrada en la noche, y al otro día no llego a trabajar. Me tendrán que ir a buscar a la estratosfera. A esos jóvenes los veo trabándose todo el día, y no los he visto con el primer libro en la mano. Lo peor es que los padres de estos jóvenes creen que están dedicados al estudio. Si supieran que andan obsesionados con fumarse toda la mariacachafa del norte de California y sus alrededores. ¡Uy, me dio la risueña!
Aterrizando el alucinante tema, la importancia de lo comentado es que California es la que impone las tendencias en los Estados Unidos.
Como colombiano, la nota me impactó mucho por lo irónico. Me dije a mi mismo: ¿Qué dirían la mayoría de los colombianos si hubieran escuchado la nota? ¿Usted qué opina?