La ley de ajuste cubano, aprobada por el Congreso de Estados Unidos vigente desde 1966, codifica (¡) varias situaciones a las que pueden verse avocados los isleños que salen de su país en busca del sueño americano, y que por décadas han protagonizado los más insólitos y dramáticos escapes.
Curiosamente, desde que se normalizaron las relaciones entre el régimen de los Castro y la Casa Blanca, ha aumentado exponencialmente el número de cubanos, cerca de 35.652 en el último año, que han intentado llegar a Norteamérica, según unos, por las cada vez más difíciles condiciones económicas, y otros, por el temor a que sea desmonta da ésta norma, que de alguna manera, constituye una ayuda para quienes logren su cometido de llegar a las costas de la Florida.
“Pies mojados” (wet food), son los aprehendidos en el mar por las autoridades de inmigración, y expulsados a su lugar de origen, en donde se ven sometidos a indignantes represalias de toda clase. A fines del año pasado, y principios del presente, ante la avalancha de migrantes, y la crisis provocada por el cierre de fronteras de Nicaragua y Costa Rica, que finalmente se resolvió con la implantación de un “puente aéreo”, para su traslado a Méjico, el departamento de Estado ratificó (¡) su posición: “Los Estados Unidos están comprometidos en apoyar la inmigración segura, ordenada y legal desde Cuba a través de la efectiva implementación de los Acuerdos Migratorios 1994-95 alcanzados por Cuba y E. U”.
“Pies secos”, (dry foot), según la ley, son quienes logran llegar a tierra firme, y pueden al año siguiente, solicitar la residencia permanente americana y la ciudadanía (USCIS), previamente haber obtenido autorización para desempeñar algún empleo, licencia de conducir y algunas ayudas sociales.
Los enemigos de la norma, algunos sectores políticos de la isla, y la Canciller de Colombia, María Ángela Holguín, la estiman “perversa”, por facilitar beneficios excepcionales a los cubanos que logren llegar a territorio norteamericano, lo cual, de alguna manera, podría justificar la total incompetencia, desaire y negligencia del gobierno colombiano frente a la actual crisis humanitaria de los más de 1000 cubanos atrapados hace dos meses en Turbo, Antioquia, para no mencionar, la estrecha afinidad de Santos con los Castros y con las mismas guerrillas comunistas, interlocutoras del proceso de paz.
Frente a tantas normas de derecho internacional que presumen de defensoras de los derechos humanos, la pregunta de cualquier desprevenido observador, es por qué no se buscan los medios, y se activan los instrumentos para resolver este grave problema humanitario, buscando, vrg, la intervención de la Acnur de la ONU (oficina de refugiados), Señora Canciller. O un puente aéreo humanitario. Son seres humanos de carne y hueso, que aun si fueran delincuentes no merecerían el trato indigno que se les está prodigando en Colombia, ocultando protervos intereses.