El mundo en las últimas semanas parece no tener quién lo gobierne, así como nadie puede orientar una embarcación en alta mar y hay que entregarse a los designios de la tormenta. Aunado a la mortandad, incertidumbre y conmoción que generaron los ataques suicidas en Bélgica y Paquistán, los cuales cobraron cientos de víctimas mortales y otras damnificadas, pululan escándalos y nuevas amenazas en el globo y también en nuestro país.
Las pasadas movilizaciones convocadas por el uribismo son un claro ejemplo de cómo la realidad supera la ficción. La mala ortografía fue el común denominador de las pancartas; le llamaron al presidente Santos ‘Juan Gabriel’, algo que demuestra lo desinformados que están de lo que pasa en el país nacional y en el político, para usar palabras gaitanistas. Una pancarta rezaba lo siguiente: ‘Traicionó a Uribe, traicionará a las Farc’, refiriéndose los seguidores uribistas a las artimañas de Santos. ¿Será que le plantearán a los mandos de esa guerrilla una alianza para derrotar a Santos, que a su parecer resultó más demoniaco que los mismos insurgentes que el expresidente quiso exterminar? Todo esto parece un chiste de tamaño nacional, pero en realidad es una tragicomedia que no solo merece risas, sino también preocupación.
Junto a la convocatoria realizada por el Centro Democrático para la marcha del 2 de abril, surgieron las amenazas en varios lugares del país de las famosas ‘bacrim’ que cada vez es más evidente que son neoparamilitares. Los intereses del uribismo y estas parecen confluir y ser compatibles. El “Clan Úsuga” organizó un paro armado en el norte y noroeste del país, y para su accionar se ha autodenominado Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) manchando el nombre del líder popular que fue asesinado hace más de medio siglo por el sector ideológico que ellos encarnan: el fascismo. Fascistas también son todos aquellos que asistieron a la movilización con insignias de la Tercera Fuerza y otros grupos juveniles neonazis, en claro apoyo a la discordia que siembra la extrema derecha en el país, así como fascistas los hacendados quienes portaron camisas que se oponen abiertamente a la restitución de tierras, no tanto por su inoperancia actual como por ir en contra de sus intereses de concentrar más y más tierra.
Sin embargo, del lado gubernamental tampoco hay una pisca de autoridad moral para desacreditar las marchas que se organizan frente al gobierno actual. La estúpida decisión de vender Isagén en plena crisis energética e hídrica merece todo el descrédito y evidencia las artimañas del gabinete de Santos para quedarse con las tajadas de la venta de los brazos financieros del Estado. Todo un tráfico de órganos. Su inoperancia para combatir esta nueva presentación del paramilitarismo que encarnan el “Clan Úsuga”, los Urabeños y otros grupos, también merecen toda la desconfianza de las víctimas y de los guerrilleros que dialogan en La Habana.
En el plano global, aparecen los ‘Panamá Papers’ que salpican a celebridades, primeros ministros, presidentes, músicos, empresarios y varias personalidades alrededor del mundo. Para el caso latinoamericano, el nombre más sonado en el escándalo es el del presidente argentino, Mauricio Macri. Nadie parece tener autoridad moral para ejercer gobierno en el mundo. Estamos frente a un interregno global, una ausencia de gobierno, una suspensión de funciones gubernamentales. Detrás de bambalinas siguen, sin ser perseguidos, los que siempre han gobernado: los dueños del capital y la economía, que son quienes ponen y quitan mandatarios.
Por: Sebastián Herrera Aranguren
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