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Mié, Dic

Lista de deseos

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Sebastián Herrera Aranguren

Sebastián Herrera Aranguren

Columna: Opinión

e-mail: sherreraa@unal.edu.co

Llega la época navideña y con ella, la esperanza y alegría desenfrenada, también el despilfarro financiero, los buenos deseos, las reconciliaciones, los reencuentros y las proyecciones para el año que viene. Es placentero dejarse contagiar de ese espíritu, sin perder de vista la realidad actual del mundo y del país. Tengo anotados en la cabeza algunos deseos personales, profesionales, afectivos y económicos. Esos por supuesto no son publicables. Pero aquí dejo una corta lista de deseos nacionales e internacionales, que espero de todo corazón ver realizarse en 2016 y los años que le siguen.

El primero de ellos, que la crisis humanitaria que azota a África y Asia, se frene de una vez por todas. La triste noticia, de que el pasado 19 de diciembre murieron ahogados 18 inmigrantes turcos que intentaban llegar a la isla griega de Kálimnos, al hundirse su embarcación, hace que aumente el número de personas de Oriente Medio y África que han entrado en Europa en el presente año, huyendo de la guerra y la miseria, una cifra que ya llega a 850.000. Más de 3.000 valientes han muerto en esta épica travesía, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Por otro lado, aparece la novedad de que por lo menos 75 estudiantes etíopes han muerto a manos de la policía, en medio de una serie de protestas en la región de Oromia, en donde la comunidad universitaria rechaza un plan urbanístico que pronto se pondrá en marcha. A la tragedia que vive el continente africano, producto de las masacres cometidas por grupos fundamentalistas como 'Boko Haram', se suman dichas episodios de terrorismo de estado. Un deseo que sale de las entrañas, pensando en la desgracia que cubre estas fechas para los habitantes que viven en los territorios africanos y asiáticos, golpeados por esta guerra recia que ha hecho que se enfrenten los pueblos por culpa de la imprudencia intervencionista de Estados Unidos y la OTAN, desde 2001.

El segundo deseo para esta Navidad, es que exista un compromiso humano y humanista, en todo el globo, por plantear alternativas reales y concisas frente al cambio climático. No se puede seguir confiando en los discursos emanados de la boca de presidentes y representantes de los grandes emporios económicos, sobre sus aspiraciones de frenar el daño hecho por la humanidad a nuestro ecosistema. Ellos no cambiarán su visión económica, ni su forma de producción, en detrimento de sus utilidades financieras, para aportar decididamente a reducir las consecuencias nefastas de la explotación desaforada de recursos. Hay que emprender un reclamo decidido desde la ciudadanía del común contra las corporaciones que sigan causando estos daños, y generar una nueva conciencia sobre la extracción y el consumo, sobre todo en la cabeza de las nuevas generaciones que son las que heredarán este mundo, deshecho en muchos lugares. En Colombia, hay que enfrentar la mortandad de la locomotora minera, que se nos ha mostrado como la mina de la prosperidad, pero que en realidad ha traído desoladoras tragedias ambientales y humanitarias, como la terrible sequía en La Guajira, que no parece tener fin y que no es culpa de otro 'niño' que del travieso Juan Manuel Santos.

El último y más sentido deseo, con el que se pueden materializar los dos anteriores en el territorio nacional, es que 2016 sea el año en que se inicie la construcción de la paz en Colombia. Más de medio siglo de confrontaciones, de conflicto armado y guerra civil, décadas que parecer interminables, merecen un rotundo final. Merecen un momento de verdad, de claridad sobre lo sucedido, de justicia y de perdón sincero, como el ofrecido por las FARC-EP en Bojayá, hace unos días. El estrechón de manos de Santos y Timochenko, o el de Iván Márquez y De la Calle, hacen creer que este sueño es posible. Pero noticias como la liberación de Plazas Vega, un responsable deliberado de las muertes del Palacio de Justicia, hacen pensar que la impunidad en realidad puede seguir triunfando en este país, y ahí la paz no sería completa. Aquellos que hablan a nombre de las víctimas, diciendo que los acuerdos promueven la impunidad y la falta de verdad, como el Procurador Ordoñez, pecan de imprudentes, pues ellas mismas han aplaudido el acuerdo y han expresado su visceral anhelo de que se firme el pacto y se comience a construir la paz aquí y ahora. Los que claman por paz sin impunidad, son los que tienen el prontuario más impune de actividades criminales.
Por: Sebastian Herrera