El servicio de energía eléctrica es uno de los pilares fundamentales para el desarrollo integral de las comunidades, pieza angular de su nivel de calidad de vida y cauce vital por el que corre la energía que mueve casi todas las actividades de una sociedad tecnificada y sometida a la tecnología por el consumismo imperante.
Los guajiros, conocimos la energía eléctrica como servicio público de la mano de nuestra recordada empresa de energía de La Guajira, Electroguajira, aquella que nos prestaba el servicio desde plantas generadoras diesel cuyos repuestos eran difíciles de conseguir y nos sometían a veces a duras etapas de ausencia del servicio, y, a los estudiantes, nos tocaba en épocas de exámenes finales, ir a estudiar bajo la luz de los bombillos de las instituciones privadas y oficiales que gozaban de energía fruto de generadores propios, como la capilla de los padres capuchinos, las oficinas de Electroguajira de la primera con nueve, la casa del gobernador y algunas residencias particulares que gozaban de esta cara prebenda.
Luego llegó la teoría de la apertura y la globalización del gobierno de Cesar Gaviria Trujillo, con la nefasta solución de privatizar el servicio de energía en toda la costa atlántica a través de la agrupación de las prestadoras estatales existentes en dos grandes grupos, norte y sur de la costa, para venderlas al mejor postor, lo que constituyó el primer raponazo histórico del gobierno central y la clase política dominante a los intereses guajiros, liquidando a precio de gallina flaca los activos de la empresa, que eran de la comunidad por ley, quedándole a más de uno excelentes ganancias de tan redondo negocio y entregando la empresa a una sociedad extranjera que a menos de un año la vendió a la nefasta Unión Fenosa de España, su actual propietaria, que dejaría la prestación del servicio en manos de su filial Electricaribe S.A.-E.S.P.
Se inicia el negocio, que ya traía una fama de malo y poco rendidor, ya que era un servicio bastante regular que generaba pocos incentivos en sus usuarios para pagar las facturas mensuales, pero esta empresa se ideó la fórmula para poner a producir ganancias a una empresa quebrada y esta consistió en clasificar a los usuarios en dos grandes categorías en base a los estratos socioeconómicos de cada uno, y separó a los usuarios de estratos tres hacia arriba ( los que tenían como pagar sus servicios) de los de estrato tres hacia abajo ( los de dudoso recaudo y de cartera difícil), y de este parto doloroso nació Energía Social, otro engendro empresarial creado para rentar para Unión Fenosa y no para facilitar el acceso al servicio de los poco solventes de la región.
Luego, vinieron las presiones de la multinacional sobre el gobierno de la mano del apoyo de muchos congresistas corruptos que se prestaron hasta para crear una nueva ley de servicios públicos, la 142 de 1994, nacida al vaivén de las olas de la empresa orientada en el sentido de su salvaguarda y su productividad y enmarcada en la cuasi impunidad administrativa, en razón de lo cual, la empresa ha podido, en medio de la impotencia y/o la complicidad de los entes de control naturales (La superintendencia de servicios públicos domiciliarios y la comisión de regulación de energía y gas) y el apoyo del alto gobierno ( Ministerio de Minas y Energía) con recursos para “mejoramiento de la ampliación, la cobertura y la calidad del servicio que la empresa los direcciona a su leal saber y entender, sometiendo al usuario a un servicio cada día peor y constriñéndolo con tarifas y artilugios de sobrefacturación cada vez más refinados que están tocando fondo y amenazan con desembocar en un rechazo total y general de la comunidad asfixiada por la empresa y por la posición complaciente y cómplice de un gobierno genuflexo ante las exigencias y los atropellos de este engendro.
Esta situación se convirtió en un caballito de batalla para los aspirantes a administrar o legislar desde los estrados oficiales supuestamente en defensa de los intereses del pueblo, pero que al llegar a sus curules se olvidan de tan lastimosa situación y pasan a engrosar las filas de los beneficiados por las prebendas de la corrupción imperante.
Es hora de abrir los ojos ante tamaña barbarie y comenzar a rechazar las actitudes atropelladoras e ilegales de una empresa que nació en medio de la corrupción y en ella encontró el camino a la riqueza pisoteando los derechos de los usuarios con el comportamiento cómplice de nuestros gobernantes.