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Los delincuentes de ayer, son hoy, gobernantes del estado

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jesús Iguarán Iguarán

Jesús Iguarán Iguarán

Columna: Opinión

e-mail: jaiisijuana@hotmail.com

El presidente Petro, no disimula en incluir en su gobierno a personas que de una u otra manera han llevado al país en el más alto grado de abatimiento. Si Salvatore Mancuso, no estuviera pagando pena en los Estados Unidos, lo tuviéramos en el país como el gran espondóforo de Colombia. 


Es casi inaudito que un ciudadano que jamás ha tenido siquiera un hálito de paz en su vida y que sólo ha contribuido en dejar al Colombia en un estado deplorable, sea quien se atreva a dejar al país en una total ausencia de guerra, en un grado de fraternidad que por más de medio siglo no lo han podido lograr gestores que como países neutrales han querido colaborar a la paz de nuestra nación, como es el caso de Venezuela, Noruega y Cuba. 


 El pasado mes de julio, el presidente Gustavo Petro anunció que nombraría al exjefe paramilitar Salvatore Mancuso Gómez como gestor de paz para “lograr en este país, la completa paz”. 


Aunque Mancuso, quien aún no ha cumplió totalmente su condena en Estados Unidos y todavía se encuentra detenido en un centro para migrantes en ese país, donde desde hace tres años está a la espera de que las autoridades colombianas resuelvan si situación, teniendo en cuenta que hay varias solicitudes de extradición en su contra para que regrese al país. 


 Sería de un alto optimismo comprender que un convicto que se encuentre aún detenido en un país ajeno a Colombia, sea puesto en libertad, únicamente amparado en un decreto presidencial emitido por un mandatario extraño al país que lo apresa.


En este gobierno le está dando muchas gangas a aquellos que aún no han dejado de terminar sus sangrientas batallas, en contra de la paz del país. Humeantes todavía se encuentran las charcas de sangre, y cuando aún blanquean insepulto en los campamentos los huesos de un sin número de colombianos; cuando no se han secado las lágrimas de tantos hogares sumidos en la orfandad y en la miseria; cuando el país apenas comienza a creer que la paz no es un ensueño irrealizable; cuando el hambre y las epidemias, en sus más variadas y horripilantes formas, diezman las poblaciones.


 Es imposible que aquellos que sólo han logrado engendrar trastornos y sembrar el terrorismo, los que han llevado a Colombia a tan deplorable situación de abatimiento, se le dé tantas prebendas y tantas aptitudes.  


Las cabecillas de la Farc, son aplaudidos como apóstoles del derecho; los verdugos de ayer todavía teñidos con la sangre de nuestros hermanos y cubiertos con los despojos del robo, se hacen pasar por víctimas indefensas; mientras que los hombres que pugnan por refrenar el desorden son maldecidos como tiranos y puestos en el catálogo de los déspotas. Mientras que los cabecillas revolucionarios de la Farc, los autores de tantos males, jactándose de impunidad y escudados con aquella clemencia criminal, impasibles antes los sollozos de los huérfanos y ante la justa indignación de nuestros héroes vencedores, se pasean osadamente por la capital, recorren de un extremo a otro el país, afanado en aumentar los caudales atesorados en medio de la matanza. 


Es penoso que estos bandoleros ya no se perciben en los montes ni en los parejes desiertos, sino en el congreso, contestando presente en el recinto sagrado de la patria.


El crimen, el enorme crimen de la guerra, no solo ha quedado en la impunidad, sino que ha puesto a sus autores en las más apetecibles condiciones. 


Laura Saravia, que por moral salió de ser jefe de gabinete, por encontrarse involucrada en un proceso con el senador Armando Benedetti, es hoy premiada con alta funcionaria del Estado, donde puede manejar presupuestos que se acercan a los diez mil millones de pesos.


No nos extrañemos cuando de repente, Rodrigo Londoño alias Timochenko, sea el nuevo Ministro de Salud, Diego Fernando Murillo, alias Don Berna, ocupe el Ministerio de Defensa,  Rodrigo Tovar Pupo, alias “Jorge 40”, sea el nuevo canciller de la República, como se están viendo las cosas los delincuentes de ayer, son co-gobernadores de este régimen de gobierno.